Septiembre 2015
Nuestra responsabilidad va más allá de nuestras acciones individuales. Todo lo que hacemos repercute, de un modo u otro, en la vida de los demás. Así entendemos nuestra propia responsabilidad social, un tipo de responsabilidad que nos vincula con el mundo a título individual. Cuando nos asociamos para compartir intereses, afrontar retos y cubrir necesidades, lo hacemos bajo paraguas de distintos tipos y colores: empresas, organizaciones, entidades, instituciones… Ello aumenta la potencia de nuestras acciones, dando lugar a distintos tipos de responsabilidad social que, de un modo u otro, nos conciernen.
Oxfam Intermón explica todos estos conceptos en su blog Ingredientes que suman y propone actuaciones en los diferentes ámbitos de la responsabilidad social.
Los 3 tipos de responsabilidad social:
Responsabilidad individual
Nuestros actos individuales, que llevamos a cabo como madres y padres, hijos e hijas, miembros de una comunidad de vecinos, integrantes de un equipo de trabajo, usuarios de determinados servicios o como consumidores… tienen repercusiones sobre las otras personas y nuestro entorno. Por ello, cuando te preguntas, ¿qué puedo hacer yo para mejorar la vida de los demás?, o ¿cómo puedo contribuir a hacer más sostenible nuestro mundo?, muchas veces la respuesta no se halla lejos de lo cotidiano. En nuestro día a día, en todo lo que hacemos podemos encontrar soluciones prácticas y sencillas para ser más responsables con lo que nos rodea.
Utilizar el transporte público, reducir residuos consumiendo responsablemente, colaborar con proyectos de voluntariado, comprar en tiendas solidarias o revisar nuestros hábitos alimentarios son medidas de muy bajo coste, que no cuestan grandes esfuerzos ni requieren mucho tiempo, pero que sin duda tienen efectos de una gran repercusión.
Una pequeña acción, por simple que parezca, puede tener consecuencias más grandes e ir mucho más allá de lo que podríamos imaginar. Incluso podemos aumentar su potencia con gestos que no nos tomarán más de 5 minutos al día. Por ejemplo, utilizar la bicicleta para ir al trabajo, disfrutar de un buen café de Comercio Justo, dedicar un pequeño espacio de nuestro balcón a cultivar un huerto urbano y ecológico, y dedicar unos minutos a compartir con amistades nuestros pequeños logros (las redes sociales son un recurso espléndido para ello) multiplicará exponencialmente las consecuencias positivas de nuestros actos.
Responsabilidad empresarial
Las actividades productivas y comerciales de las empresas repercuten sobre el conjunto de la ciudadanía y el entorno de un modo mucho más amplio y profundo que las acciones individuales. La responsabilidad social empresarial, también conocida por sus siglas (RSE), es un aspecto que cada día tienen más en cuenta los clientes y usuarios de las corporaciones, conscientes de que la productividad, la reducción de costes y la obtención de beneficios no pueden justificar de modo alguno la explotación, la violación de los derechos fundamentales de las personas o la degradación del medio ambiente.
Iniciativas como las que proponen las redes de productos de comercio justo, por ejemplo, o los bancos éticos como Triodos Bank u Oiko Credit, plenamente conscientes de la responsabilidad social de las empresas y el comercio, están transformando poco a poco los criterios de desigualdad por los que tradicionalmente se han regido algunos sectores considerados estratégicos (como la banca y las altas finanzas), apoyando económicamente proyectos ecológicamente sostenibles y de interés público, de tipo cultural, educativo y, por supuesto, también comercial siempre que se lleven a cabo de acuerdo con principios éticos.
Un ejemplo de proyectos comerciales con un fuerte compromiso social lo hallamos en la Cooperativa La Fageda, de Olot (Girona), un proyecto sin ánimo de lucro que trabaja para integrar en el mundo laboral a personas con discapacidad, elaborando productos lácteos de alta calidad que se venden en los circuitos comerciales más habituales.
No hay olvidar que, hasta cierto punto, toda la ciudadanía participa de la acción de las empresas compartiendo su responsabilidad, por ejemplo, cuando consume sus productos o contrata sus servicios.
En Behind the Brand (una campaña emprendida por Oxfam), por ejemplo, se puede encontrar mucha información sobre lo que hay detrás de algunas de las grandes marcas, para que poder decidir informada y libremente a cuáles merece la pena apoyar. O Ropa Limpia, una web donde se analizan los niveles de responsabilidad social de las principales marcas y empresas textiles.
Responsabilidad pública o gubernamental
La responsabilidad social es algo que todos y todas compartimos. Sin embargo, la responsabilidad social pública o gubernamental es aquella que corresponde a las instituciones y las administraciones encargadas de diseñar y ejecutar políticas públicas.
Las acciones de estos organismos, que se concretan en leyes, decretos, regulaciones… tienen una gran repercusión, y muy directa, sobre el entorno natural y social de su jurisdicción. Sin embargo, la responsabilidad social de las entidades gubernamentales no es únicamente externa, es decir, regulando las actividades de individuos y organizaciones, empresas, etc., que quedan bajo su paraguas administrativo. También su responsabilidad se juega en el ámbito interno, en la misma gestión de su actividad, en la consideración del personal que forma parte de ellas y de las actividades que se realizan en su seno.
Por ejemplo, una administración pública dedicada a regular el impacto ambiental de las empresas, tiene la responsabilidad de ser coherente y aplicarse a sí misma estas regulaciones siendo ejemplo para toda la ciudadanía. No podemos olvidar que las administraciones públicas y las instituciones nos representan y que, por lo tanto, en cierta medida, todas y todos somos responsables de sus acciones. Exigir que sean ejemplares, pues, forma parte de nuestras obligaciones como ciudadanos y ciudadanas responsables.
Información y fuente: Ingredientes que suman