Aunque el interés sanitario y ambiental por la gestión de los residuos sanitarios no es nuevo, fue a partir de los años 80 y, especialmente, tras la aparición del SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), cuando la gestión de los residuos generados por los centros sanitarios comenzó a ser percibido como un problema potencial para la salud pública si no eran tratados adecuadamente.
En los últimos años se ha detectado un importante aumento de los residuos sanitarios generados como consecuencia del incremento de la actividad sanitaria, el incremento del material médico desechable utilizado, etc.
Los productos utilizados en los tratamientos y procedimientos médicos actuales son cada vez más variados y complejos. Esta situación conlleva la generación de una amplia gama de residuos que se van a caracterizar por su heterogeneidad e incluso, en algunos casos, por su peligrosidad.
La gestión incorrecta de determinados residuos sanitarios, en concreto, aquellos que son peligrosos, puede liberar al medio ambiente sustancias que resultan dañinas para los organismos vivos. Por ello, la normativa básica sobre residuos establece la obligación de gestionar los residuos peligrosos adecuadamente a través de su correcta identificación, separación, almacenamiento y entrega a una gestor autorizado para su posterior tratamiento y/o eliminación.
Por todo ello, el sector sanitario no puede ignorar la necesidad de gestionarlos adecuadamente así como de desarrollar planes que permitan minimizar la cantidad de residuos que se genera.
Los costes sociales y ambientales derivados de los residuos han supuesto la aparición de importantes exigencias legales en relación a su gestión.