Son organismos planctónicos que viven suspendidos en el agua (generalmente marina, aunque hay también algunas especies de aguas dulces), presentan una morfología muy sencilla formada por una estructura en forma de campana que alberga el estómago y las gónadas. De esta campana, denominada umbrela, salen unos tentáculos. Pertenecen al grupo zoológico de los cnidarios, caracterizados por tener de manera exclusiva células urticantes, los cnidocistos, que contienen uno de los venenos más poderosos del reino animal. Se trata de uno de los organismos más antiguos de nuestro planeta, hay registros de medusas de más de 500 millones de años.
Las medusas tienen sexos separados y para poder reproducirse deben vivir juntos, al menos una parte de su ciclo de vida. Al mismo tiempo, los individuos de una misma población forman enjambres, hecho que además de facilitar su reproducción permite una mejor defensa frente a sus depredadores y les ayuda, además, a capturar mejor las presas. Los enjambres pueden alcanzar grandes densidades, hasta más de 10 medusas grandes (más de 15 cm de diámetro) por metro cúbico.
Las medusas tiene sexos separados: hay medusas macho y medusas hembra. Para fecundar los ovocitos (gámetas femeninas) los machos liberan los espermatozoides al exterior. Estos se desplazan por el agua hasta penetrar en la cavidad gástrica (estómago) de las hembras y de allí llegar a las gónadas femeninas donde están los ovocitos. Del huevo fecundado se forma una larva que tiene cilios y que nada libre hasta formar una primera medusa o éfira de la que se formará la medusa adulta. En otras muchas especies son los dos sexos los que liberan las gámetas al exterior donde se encuentran y fecundan.
Las medusas, como todos los cnidarios, tienen unas células urticantes llamadas cnidocistos. Estas células contienen un veneno que se inocula en las presas mayoritariamente mediante un filamento equipado con espinas. Por simple contacto con las presas, las células se disparan y “pican“.
Hay pocas medusas comestibles y no es el caso de las especies típicas de nuestras costas. En Japón, por ejemplo se utilizan como acompañamiento de ensaladas y otros platos.
De entre las especies que podemos encontrar en las costas españolas, posiblemente la más peligrosa pueda ser la Carabela portuguesa (Physalia physalis) El contacto con sus tentáculos puede tener consecuencias muy graves para las personas. La gran concentración de nematocistos y su potente veneno con propiedades neurotóxicas, citotóxicas y cardiotóxicas pueden llegar a producir en algunas situaciones un shock neurógeno provocado por el intensísimo dolor, con el consiguiente peligro de ahogamiento. En cualquier caso puede producir quemazón y dolor vivo, y laceraciones en la piel como consecuencia del íntimo contacto con los tentáculos que se enredan y adhieren en el intento de desembarazarse de ellos.
Lo más aconsejable es no bañarse. Además hay que prever las picaduras mediante la utilización de cremas solares que nos aíslan del medio externo. Si estamos en el agua no hay que ponerse nerviosos. Alejarnos lentamente de la medusa, sin movimientos bruscos que podrían favorecer que los tentáculos interactuasen con nuestro cuerpo. Las medusas nunca “atacan”, nos pican porque nos encontramos con ellas. Se pueden apartar con la palma de la mano empujándolas lentamente por la parte superior de la umbrela donde hay menor concentración de células urticantes.
Si nos ha picado una medusa lo primero es salir del agua y eliminar de la piel los restos de tentáculos si son visibles. No lavarnos con agua dulce, siempre con agua marina. No rascarse ni frotarse la piel con toallas u otras prendas. Aplicar frío sobre la zona picada mediante una bolsa de plástico con cubitos de hielo durante unos 15 minutos. De esta manera evitaremos que el veneno pase al riego sanguíneo. Lavarnos después la herida con tintura de yodo o una crema antihistamínica para evitar las infecciones. Cuidar la herida hasta que cicatrice y sobre todo intentar evitar que nos vuelva a picar una medusa el resto del verano. Si fuera así las consecuencias pueden ser mucho peores ya que el cuerpo ha quedado sensibilizado al veneno y la reacción es de tipo anafiláctico. Si persisten los problemas acudir a un centro hospitalario de atención primaria.
Sí, pero no en las playas, salvo algunos casos aislados. La mayor parte de las medusas viven a unas millas mar adentro y tan sólo llegan cerca de la costa cuando son arrastradas por las corrientes o los vientos de mar a tierra.
Las medusas se alimentan preferentemente de zooplancton, organismos de entre 1 milímetro y varios centímetros que viven flotando en la masa de agua.
Además de las tortugas, los peces migratorios como los atunes, peces espada o bonitos comen sus umbrelas (la parte más gelatinosa y cartilaginosa) pero evitan los tentáculos. Cuando están moribundas son atacadas también por los peces pequeños y algunos crustáceos pero también evitan los tentáculos.
Algunas viven cerca de la costa pero las más abundantes se concentran en mar abierto, a unas 10 o 20 millas de la costa asociadas a zonas donde se concentra el zooplancton, sus presas preferenciales. Las especies costeras son las que tienen en su ciclo de vida una fase pólipo que se asienta en el fondo, en general a escasa profundidad, por eso son costeras.
Por lo general no ya que la red detiene las medusas pero no los tentáculos que se rompen por el efecto de las redes y aunque se hayan desprendido de las medusas, nos pueden causar picaduras. Tan sólo cuando las redes se utilizan para retener medusas con escaso poder urticante, como es el caso de Cothylorriza tuberculata, el baño resulta posible pero con precaución.
No, ya que a la orilla llegan los trozos rotos de las medusas, generalmente tentáculos, que nos pueden picar por igual.
Los trajes de neopreno constituyen una defensa eficaz para evitar ser picados por medusas. Sin embargo, aún utilizándolos existen zonas del cuerpo que quedan expuestas y en las que si podríamos ser picados.
Es mejor que no, ya que en el agua puede haber restos de tentáculos tan finos como un hilo de coser y que no podemos distinguir a simple vista.
La virulencia de la picadura va en relación a la superficie de la piel que ha recibido el impacto. Las medusas con tentáculos más largos, como Pelagia noctiluca, tienen tentáculos de más de 2 o 3 metros y con una elevada densidad de células urticantes por centímetro, hasta 100.000. Otras con tentáculos cortos como Cothylorriza tuberculata son menos peligrosas.
La primera sensación es un dolor intenso y punzante que nos genera una herida y una irritación a nivel de piel. La lesión más general es una afección de piel que perdura días o hasta meses, pero también puede causar temblores, fiebre, vómitos, calambres, etc. La lesión crece en función de nuestra sensibilidad al veneno y a la cantidad de células que han descargado el mismo en nuestro cuerpo.
En general, en las playas se colocará la bandera amarilla en los casos en que se recomiende el baño con precaución o la roja cuando la presencia de medusas aconseje la prohibición del baño. Tales banderas se pueden verse acompañadas de otras banderas específicas indicadoras de la presencia de medusas, que pueden ser diferentes según la zona (por ejemplo blancas con dos medusas).
Básicamente porque se ven flotando en el agua superficial de las costas o de las playas pero también preguntando a los servicios de socorrismo locales. También se puede conseguir información a través de las páginas web del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y de Cruz Roja Española.
Por el simple contacto accidental de nuestra piel sobre cualquier parte de la medusa pero sobre todo los tentáculos. Esta parte puede ser de una medusa viva entera o de algún trozo de tentáculo de ejemplares ya muertos.
Sí, por el simple hecho de que la virulencia de la picadura va en relación a la superficie del cuerpo afectada. De hecho se trata de uno de los grupos de riesgo.
Ambos son también grupos de riesgo principalmente porque el veneno de las medusas es un cardiotóxico y un neurotóxico que afecta directamente a la circulación sanguínea, a las palpitaciones del corazón y al funcionamiento del sistema respiratorio.
También por la falta evidente de defensas naturales que se produce con la edad.
Tan sólo en algunas especies pero no en todas. Resulta especialmente indicado para picaduras de Physalia physalis pero está contraindicado para picaduras de otras especies. Si no conocemos con seguridad la especie que nos ha picado, habría que evitar su utilización. Además el vinagre evitaría el disparo de células que están aún en la piel, pero no puede hacer nada frente al veneno que ya ha penetrado en nuestro cuerpo.
Procurar que no se infecten. Utilizar tintura de yodo y gasas para cubrirlas. También es recomendable acudir a un centro de asistencia primaria o al médico de cabecera.
La Campaña de Estudio y Detección de las Agregaciones de Medusas se extenderá a lo largo de la temporada de baño de 2010, elaborándose con posterioridad a la misma un informe resumen, que será accesible a través de la página web del Ministerio.