En torno al 45 % de la superficie total de España está destinada al aprovechamiento agrícola y ganadero. Estas tierras son esenciales para la provisión de recursos alimenticios a las personas y de determinados servicios a la sociedad. Los terrenos agrarios han sido históricamente transformados por el ser humano aunque diversas especies animales y vegetales silvestres han logrado adaptarse y habitar los medios agrarios por sus particulares condiciones ambientales. A su vez, los animales y plantas han coadyuvado a la mejora del rendimiento en las explotaciones a través de servicios como la polinización, la dispersión de semillas, el control natural de especies plaga de los cultivos, la eliminación de cadáveres de fauna silvestre y doméstica o la fertilización natural.
En las últimas décadas se ha constatado un mayor nivel de transformación de las características de las tierras agrarias, bien por abandono de ese uso agrario o, sobre todo, por una intensificación en su gestión. Ello ha supuesto una mayor desnaturalización del medio agrario, derivado de un mayor uso de productos químicos, una progresiva eliminación de espacios de vegetación natural y una mayor presión de productividad sobre los suelos. En consecuencia, las especies animales y vegetales que habitan estos ecosistemas agrarios se han visto afectadas negativamente al reducirse sus posibilidades de alimentación, refugio y reproducción, e incrementándose incluso sus tasas de mortalidad directa asociadas a determinadas prácticas agrarias.
La conservación de la biodiversidad ligada a medios agrarios constituye una prioridad no solo para asegurar la viabilidad de las explotaciones a futuro, por los servicios ecosistémicos que presta, sino que también está protegida legalmente a nivel de la Unión Europea por las Directivas Aves y Hábitats, y también por la legislación ambiental española y autonómica. Igualmente, las políticas y estrategias comunitarias (Estrategia UE sobre Biodiversidad a 2030 y Estrategia de la Granja a la Mesa) promueven una conciliación de las prácticas agrarias con la promoción de los valores naturales presentes. Las recientes programaciones de la Política Agraria Comunitaria aumentan la ambición ambiental en los mecanismos de financiación de las actividades agrícolas y ganaderas.
Resulta muy positivo establecer mecanismos que contribuyan a mejorar la cohabitación entre biodiversidad y actividades desarrolladas en el medio agrario, tanto por las obligaciones derivadas de la normativa vigente sobre protección de la naturaleza como para favorecer el rendimiento agronómico de las propias tierras agrarias y, en consecuencia, mejorar la calidad y valor añadido de los productos agrícolas y ganaderos. Los contenidos de esta sección aportan información de interés al respecto.