Un espacio protegido es, según la definición técnica acordada por la Unión Mundial para la Conservación (UICN), un espacio geográfico claramente delimitado, dedicado a la conservación a largo plazo de la naturaleza y de sus servicios ecosistémicos y sus valores culturales asociados, y gestionado mediante medios legales u otros tipos de medios eficaces para conseguirlo.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) recoge esta definición técnica y la transforma en normativa, definiéndolos como aquellas áreas delimitadas geográficamente que hayan sido designadas y sean administradas con el fin de alcanzar objetivos específicos de conservación. El Convenio, además, dispone que cada Parte Contratante “establecerá un sistema de áreas protegidas o áreas donde haya que tomar medidas especiales para conservar la diversidad biológica”.
Según la Base de Datos Mundial de Áreas Protegidas, existen actualmente cerca de 138.000 espacios protegidos en todo el mundo. Sin embargo, muchos de ellos no son objeto de una gestión efectiva, ni representan adecuadamente la diversidad biológica de los distintos ecosistemas que deben ser conservados.
Con el fin de abordar estas carencias y las presiones y amenazas cada vez mayores que padecen los espacios protegidos, la 7ª reunión de la Conferencia de las Partes del CDB adoptó en 2004 un Programa de trabajo sobre Áreas protegidas, sobre la base de los resultados del 5º Congreso Mundial de Parques. El objetivo general de este Programa es apoyar la creación y el mantenimiento de sistemas nacionales y regionales completos de áreas protegidas, ecológicamente representativos y eficazmente gestionados, que contribuyan al logro de los tres objetivos del Convenio y a reducir significativamente el ritmo actual de pérdida de la diversidad biológica.
"En este mundo en transformación necesitamos un enfoque innovador de las áreas protegidas y de su integración en programas más amplios de conservación y desarrollo. Este enfoque requiere que mantengamos y potenciemos nuestros objetivos básicos de conservación y los armonicemos equitativamente con los intereses de todas las personas afectadas. De esa manera será posible forjar sinergias entre la conservación de la biodiversidad, el mantenimiento de los sistemas que sustentan la vida y la promoción de un desarrollo sostenible. Consideramos que las áreas protegidas son un instrumento esencial para lograr esas sinergias de manera eficaz y eficiente. Percibimos esas áreas como proveedoras de beneficios más allá de las fronteras: más allá de sus propias fronteras, más allá de las fronteras de los Estados, de las sociedades, los géneros y las generaciones."
(‘Acuerdo de Durban’. 5º Congreso Mundial de Parques, 2003).