Se denominan gases eutrofizantes aquellos que favorecen el proceso de eutrofización al alcanzar masas de agua superficiales. Estos gases son principalmente óxidos de nitrógeno (NOx) y amoníaco (NH3).
La eutrofización puede ser definida como un enriquecimiento de las aguas superficiales (principalmente ríos, lagos y embalses) en lo que a nutrientes se refiere. Así pues, un ambiente eutrofizado es aquel que contiene un exceso anormal de nutrientes. Esta abundancia de nutrientes puede provocar efectos adversos en las masas de agua afectadas, como pueden ser:
Estos gases reaccionan con el agua atmosférica y al alcanzar el suelo forman sales solubles las cuales son arrastradas hasta masas de agua, principalmente por escorrentías de agua de lluvia. De esta manera es como los gases eutrofizantes, en primer momento en la atmósfera, alcanzan las aguas superficiales pudiendo esto desembocar en problemas de eutrofización en ellas.
Las principales fuentes de emisión de este tipo de gases son la utilización de fertilizantes en la agricultura, la gestión de estiércoles en la ganadería, el transporte, las grandes instalaciones de combustión, la incineración y coincineración, así como otro tipo de instalaciones tales como refinerías o cementeras.
En materia de normativa, los gases eutrofizantes están muy ligados a los acidificantes (de hecho los segundos engloban prácticamente a los primeros) en el Protocolo de Gotemburgo, relativo a la reducción de la acidificación, de la eutrofización y del ozono en la troposfera, desarrollado en el marco del Convenio de Ginebra sobre la contaminación atmosférica transfronteriza a gran distancia.
Asimismo, en relación con la emisión de NOx en el transporte, cabe citar las denominadas normas EURO, que fijan los valores límite de las emisiones contaminantes de los vehículos nuevos. Las normas de emisión se definen en una serie de directivas de la Unión Europea con implantación progresiva, que son cada vez más restrictivas. Actualmente está en pleno vigor la Euro V y para el 2014 la Euro VI.