Abril 2015
El 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, que cumple 45 años desde que se instaurara el 22 de abril de 1970, cuando unos 20 millones de estadounidenses salieron a la calle para exigir la creación de una agencia medioambiental en ese país, evento que está considerado como la primera gran manifestación ecologista del planeta.
Naciones Unidas señala que el Día Internacional de la Madre Tierra se celebra en “un momento decisivo para la causa medioambiental” porque 2015 es “el año en que el crecimiento económico y la sostenibilidad se deben dar de la mano”.
“Es el año en que los líderes mundiales tienen que acordar finalmente un tratado vinculante sobre el cambio climático. Es el año en el que los ciudadanos y las organizaciones deben de dejar de invertir en combustibles fósiles para centrar su atención en las energías renovables. No será un camino fácil, pero sí el único para salvaguardar el futuro de nuestro planeta”, indica el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un mensaje con motivo de esta celebración.
“Con el tiempo, los seres humanos dejamos de necesitar el cuidado materno constante; sin embargo, nunca dejamos de depender de la Madre Tierra. Durante toda la vida, necesitamos aire, agua, tierra fértil y la infinidad de otros dones con que nos obsequia el planeta”, añade.
“Cada vez somos más conscientes de los estragos que ha causado nuestra especie: la contaminación, la progresiva escasez de recursos, la extinción de especies de flora y fauna y la precipitación hacia puntos de inflexión que podrían alterar la forma en que funciona nuestro planeta. Ni sabiéndolo hemos cambiado nuestra forma de actuar”, se lamenta.
Sin embargo, subraya que “estamos a tiempo de enmendarnos y 2015 nos brinda una oportunidad inmejorable para hacerlo”. “Este año, el mundo se propone acabar de definir la agenda para el desarrollo sostenible después de 2015 y concertar un nuevo acuerdo universal sobre el cambio climático que sea constructivo. Estos procesos podrían encauzarnos hacia un futuro mejor al erradicar la pobreza extrema en todas sus formas y redefinir nuestra relación con el planeta y todos y cada uno de los seres vivos que lo habitan”.
Los peligros de un destructor de ecosistemas: el hombre
La acción del hombre tiene una influencia decisiva sobre la vida directa en la Tierra, por ejemplo, con la destrucción de ecosistemas cuando se crean tierras de cultivo, se talan bosques, se cambian las condiciones de las aguas o se destruyen hábitats para la extracción de recursos.
Entre todas las especies extintas hay que destacar algunas en las que el ser humano ha tenido una responsabilidad directa en su desaparición, principalmente por la caza indiscriminada, la destrucción de sus hábitats, tráfico de pieles o introducción de nuevas especies que acabaron con éstas. Algunos ejemplos son: el tigre de Tasmania (1982); el rinoceronte negro de África Occidental; el león del Cabo; el tigre de Bali (1937); el Pato Poc; el tigre de Java (1994); el carpintero Imperial; el león marino japonés; la foca monje del Caribe; el bucardo o la cabra montés de los Pirineos (2000); la paloma viajera (1914); el pato de las marianas (1989); el delfín del rio chino o Baiji (2006) o el sapo dorado (1989), entre otras especies.
La atmósfera se revela
Nuestra atmósfera, una parte fundamental de la Tierra y sin la cual la vida no existiría, también sufre los efectos que la acción del hombre produce en ella. La contaminación y el aumento de los gases de efecto invernadero son uno de los problemas más comunes a los que el ser humano se enfrenta cada año. Pero la superpoblación y la consecuente deforestación también producen un efecto que muchos desconocen y que determina el comportamiento de la atmósfera de forma crucial.
Al eliminar la cobertura vegetal mediante la tala de los bosques, se elimina una fuente importante de humedad y de absorción de dióxido de carbono. El aumento de este gas en la atmósfera -gas de efecto invernadero- incrementa aún más el calentamiento global, lo que influye en la destrucción de ecosistemas.
Un planeta que se derrite
Un calor oceánico sin precedentes, temperaturas de la superficie de la Tierra elevadas e inundaciones devastadoras fueron algunas de las características determinantes del clima mundial en 2014, que fue el año más cálido jamás registrado, aunque por un margen muy pequeño. De hecho en este siglo se han dado 14 de los 15 años más cálidos que jamás se han registrado.
Vivimos en un planeta que literalmente se derrite. A lo largo de la historia, la evolución climática natural del planeta ha pasado por épocas de enfriamiento y calentamiento global por su propia variabilidad natural. Sin embargo, cada vez es más evidente que los humanos hemos causado la mayor parte del calentamiento del siglo pasado mediante la emisión de gases que retienen el calor.
Hay muchas pruebas de que el clima del planeta está provocando el derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel del mar debido al aumento de la temperatura global, una temperatura que en los últimos años se ha incrementado hasta 0.57ºC por encima de la media de 14ºC en el último año 2014. Esto obedece, en gran medida, a la actividad humana tal y como se señaló en el último informe del IPCC (International Panel of Climate Change).
Uno de los principales impulsores de la variabilidad interanual del clima es El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), que por lo general trae consigo temperaturas mundiales elevadas.
Un ejemplo es el hielo marino, que es un componente importante del sistema climático. De acuerdo con el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos de Estados Unidos de América, en 2014 la extensión diaria mínima anual del hielo marino en el Ártico, observada el 17 de septiembre, abarcaba 5,02 millones de km2, la sexta más reducida jamás registrada.
Información:
Fuente: