Octubre 2016
Una supermanzana es un concepto urbanístico puesto en marcha por el Ayuntamiento de Barcelona, un espacio de "pacificación" de la ciudad donde no circulan vehículos a motor y se desarrollan actividades lúdicas, comerciales o educativas que mejoran la calidad de vida de los habitantes de esa zona.
Las primeras supermanzanas (superilles, en catalán) se acaban de inaugurar por el consistorio en una prueba piloto en la que es esencial la participación de los vecinos del barrio. Y poco a poco, irán implantándose en más lugares.
Según Janet Sanz, concejala de distrito de Nou Barris, lo que se pretende es que "esos espacios públicos sean una extensión de nuestras casas, para lo que es necesario que la ciudad sea más humana y saludable". "La regeneración de los barrios supone plantear la ciudad de forma diferente para que la gente pueda recuperar parte del entorno cedido a los coches y motocicletas".
"En la supermanzana que se acaba de poner en marcha hemos descubierto que cerca de una de las plazas interiores hay una escuela. A partir de entonces, comenzamos a hablar con esta para ver qué actividades se podían hacer en ese espacio liberado de coches. En otro entorno lo que hay es un gimnasio, así que se han organizado clases gratuitas para los vecinos. Esto no quiere decir que vaya a haber actividades las 24 horas del día, sino que se va a configurar un modelo de ciudad diferente en colaboración con los habitantes y en el que se va a restar presencia a los coches".
Todos los cambios de hábito requieren su proceso y siempre hay parte de la población que lo vive de un modo más traumático que el resto. Sin embargo, como señalan desde el Ayuntamiento, «hay mucha gente que está pensando en positivo y está colaborando para aportar ideas destinadas a que esas zonas tengan vida, se les dote de actividad y no se deserticen».
Tanto es así, que vecinos que no residen en la «malla Cerdá», la parte más ortogonal de la ciudad y en la que ha sido más sencillo implementar las supermanzanas, han comenzado a demandar al ayuntamiento intervenciones que mejoren sus barrios en la misma medida que lo hacen estas superilles.
Además de los beneficios patentes para la vida de los ciudadanos, el proceso de creación de las supermanzanas supone una mejora en la forma de gestionar los presupuestos públicos y la actuación en la ciudad. "Las superilles no suponen acciones urbanísticas de decenas de millones de euros y, al contar con la participación ciudadana y una implantación paulatina, permiten que el resultado se ajuste verdaderamente a las necesidades de los vecinos".
Unas necesidades que son mucho más sencillas y prosaicas de lo que pudiera parecer "una de la cosas que nos hicieron impulsar el proyecto fue comprobar que muchos niños y niñas veían que jugar en la calle era un problema porque los coches les daban miedo. Si una ciudad no está pensada para que los niños puedan vivirla, no es una ciudad inclusiva y hay que cambiar el concepto de ciudad».
Información: Ayuntamiento de Barcelona. Superilles
Fuente: Yorokobu