La fauna mejor conocida de Quintos de Mora es la vertebrada, cuyas comunidades están ligadas principalmente al bosque mediterráneo. Estas comunidades poseen una alta diversidad y notable grado de madurez, con presencia de necrófagos, superpredadores y predadores en elevado número, contando con algunas especies calificadas como “En peligro de extinción”.
A nivel cuantitativo de momento se han determinado un total de 374 especies animales, de los cuales 181 son vertebrados y 193 invertebrados.
En cuanto a vertebrados podemos destacar: al menos, 12 especies de anfibios, 17 de reptiles, 108 de aves, 36 de mamíferos (11 de ellos quirópteros) y 8 de peces, algunas de ellas endémicas.
Para los invertebrados destacan los lepidópteros con 114 especies identificadas hasta el momento. Otras familias de invertebrados sobre las que se han realizado inventarios y presentan un buen número de especies son los odonatos con 27 especies y los coleópteros con 21.
El monte cuenta con un importante elenco de especies catalogadas. Entre ellas destacan el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus) y la cigüeña negra (Ciconia nigra). A ellas se unen otras muchas rapaces: águila real (Aquila chrysaetos), culebrera (Circaetus gallicus), calzada (Hieraetus pennatus), azor (Accipiter gentilis), alimoche (Neophron percnopterus), buitre leonado (Gyps fulvus), búho real (Bubo bubo) y una gran diversidad de paseriformes, que son objeto de seguimiento, en especial la reproducción en nidales de herrerillo en zonas de melojar.
Entre los mamíferos destaca la nutria (Lutra lutra), a la que acompañan tejones (Meles meles), jinetas (Genetta genetta), garduñas (Martes foina), gatos monteses (Felis sylvestris), turones (Mustela putorius), comadrejas (Mustela nivalis) y los omnipresentes zorros (Vulpes vulpes). El meloncillo (Herpestes ichneumon) solo ha sido observado de forma muy ocasional a través de fototrampeo. A ellos se une una muy interesante población de quirópteros, sobre todo arborícolas, que también es objeto de estudio.
Además de los mencionados anteriormente, entre los mamíferos, por su importancia, se han agrupado aquellos que tradicionalmente han estado ligados a algún aprovechamiento del monte. Por encima de todos, en caza mayor destaca el ciervo (Cervus elaphus hispanicus), que nunca llegó a desaparecer la comarca, y el jabalí (Sus scrofa), presente también durante todo el Holoceno pero hoy mucho más abundante que en tiempos pasados. El corzo (Capreolus capreolus), presentando una situación crítica hasta hace 15 años, actualmente está bien representado en la mayoría de los hábitats del Centro. También existe una pequeña población de gamo (Dama dama) introducida en 1960 desde Riofrío y que se mantiene reducida a un mínimo por decisión técnica en aras de evitar competencia con otras especies. Las especies de caza menor son escasas. El conejo es una especie de vital importancia en décadas pasadas para innumerables especies y actualmente se realizan trabajos para reforzar estas poblaciones y conseguir aproximarse a las densidades que hubo a mediados del siglo XX. En cuanto a otras especies presa, en este caso aves, presentan unas mejores poblaciones, como la perdiz o la tórtola europea, especies que en los últimos años han aumentado su presencia. Caso aparte merece la paloma torcaz, contando actualmente con poblaciones elevadas, siendo en muchos casos la presa que ha sustituido a otras especies como el conejo o la perdiz.
Los reptiles y anfibios son frecuentes y algunas especies y en determinados hábitats abundantes. Destacan el lagarto ocelado (Lacerta lepida, ahora Timon lepidus), las lagartijas colilarga (Psammodromus algirus), cenicienta (Psammodromus hispanicus), colirroja (Acanthodactylus erithrurus) y común (Podarcis hispanica), la salamanquesa (Tarentola mauritanica), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), de escalera (Elaphe scalaris – Rhinechis scalaris), de herradura (Coluber hippocrepis – Hemorrhois hippocrepis), viperina (Natrix maura) y de collar (Natrix natrix) y la víbora hocicuda (Vipera latasti). Los anfibios más abundantes son la rana común (Pelophylax perezi), el sapo común (Bufo bufo) y el corredor (Bufo calamita), el gallipato (Pleurodeles waltl), los tritones (común y pigmeo) y la salamandra (Salamandra salamandra). De entre los peces, obviamente escasos por la ausencia de verdaderos ríos, merece especial atención el protegido calandino (Squalius alburnoides), no pescable y declarado de interés especial.
La fauna invertebrada ha sido estudiada con cierta profundidad, en especial los lepidópteros, cuya población ha sido inventariada en varias ocasiones, aumentando en cada ocasión el número de taxones confirmados.
De todas las especies enumeradas merece una mención especial el ciervo, ungulado emblemático y por el cual se conoce en diversos ámbitos y sobretodo el científico a Quintos de Mora.
A continuación destacamos algunas de las actuaciones e investigaciones llevadas a cabo en el Centro y relacionadas con el ciervo.
Actualmente la población de ciervo en Quintos de Mora se estima en unos 2500 individuos (unos 36/km2). Todos los años, desde hace más de 30, se censa mediante transectos en la época de berrea, entre finales de septiembre y principios de octubre, con el objetivo de disponer de estimaciones de densidad y tendencias de la población, comparándolo con la carga admisible del medio.
La carga admisible no se puede establecer teniendo en cuenta solamente la oferta de alimento y las necesidades alimenticias de las reses, porque los ciervos no son ganado y este monte es un ecosistema muy complejo. En nuestro caso, la carga admisible es aquella que no altera sustancialmente, ni la estructura ni la composición ni los procesos ecológicos básicos. Ello implica, por ejemplo, que debe ser posible la regeneración de la vegetación leñosa, que no deben desaparecer las especies arbustivas o subarbustivas más palatables o afectadas por el ciervo (la cornicabra, Pistacia terebinthus, por ejemplo, casi ha desaparecido por el escodado), que no deben existir problemas sanitarios de relevancia, que sea posible la coexistencia ciervo-corzo y con otras especies, que los trofeos sean razonablemente buenos, etc. La carga actual se considera alta, sin ser excesiva, ya que la oferta de alimento, agua y refugio es buena y está bien distribuida. Habida cuenta de que la población de ciervo crece aproximadamente un 20% cada año, si se quiere mantener o reducir, debería extraerse cada año un mínimo de 500 reses, lo cual supone un intenso trabajo por parte del personal del Centro.
En el Centro se lleva a cabo una gestión integral del hábitat del ciervo (bosque, arbustedo, matorral, pastos naturales, cultivos y charcas) para asegurar una oferta adecuada de alimento, agua y refugio, así como corredores biológicos, tanto en cantidad como en reparto espacial por todo el monte. No se aporta alimento suplementario, salvo en años muy malos, en los que se ha constatado el incremento en afecciones por parásitos internos y externos. La idea es que las reses tienen que cubrir razonablemente bien sus necesidades alimenticias y nutritivas con los recursos herbáceos de la finca en un año medio.
Si se lleva a cabo un manejo de pastizales para favorecer la distribución de los individuos y disminuir la presión sobre la vegetación leñosa, facilitando su regeneración y desarrollo.
Cabe citar entre los mamíferos al Ciervo (Cervus elaphus), gamo (Dama dama), jabalí (Sus scrofa), zorro (Vulpes vulpes), gato montés (Felis sylvestris), jineta (Genetta genetta) o conejo (Orictolagus cuniculus), tejón (Meles meles), turón (Mustela putorius), garduña (Martes foina) o comadreja (Mustela nivalis). También podemos encontrar aves como el águila imperial (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus), contando en torno a 12 parejas nidificantes, buitre leonado (Gyps fulvus), arrendajo (Garrulus glandarius), o el mirlo (Turdus merula). También el alcaudón real (Lanius exubitor) y común (Lanius senator), carbonero común (Parus major), paloma torcaz, azor (Accipiter gentilis) y rabilargo (Cyanopica cyaneus).
Cabe citar entre los mamíferos al corzo (Capreolus capreolus). También podemos encontrar aves como el gavilán (Accipiter nisus) y la becada o chocha perdiz (Scolopax rusticola). Como anfibios destaca la salamandra (Salamandra salamandra), el gallipato (Pleuodeles waltl) y dos tritones, el ibérico (Lissotriton boscai) y el pigmeo (Triturus pygmaeus).
El más notable poblador de los roquedos cuarcíticos son el águila real (Aquila chrysaetos) y el búho real (Bubo bubo) junto con el colirrojo tizón (Phoenicurus ochurus). En las pedrizas encontraremos al roquero solitario (Monticola solitarius), la collalba negra (Oenanthe leucura), el cuervo (Corvus corax) y el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). También destaca la presencia de reptiles como la lagartija colilarga (Psammodromus algirus) y el lagarto ocelado (Timon lepidus).
Los más característicos de los espacios abiertos por aquí denominados raña son las liebres (Lepus granatensis), el ratón de campo (Apodemus silvaticus) y la perdiz (Alectoris rufa), acompañados algunas veces de aláudidos y de pequeños depredadores, como el cernícalo (Falco tinnunculus) y el mochuelo (Athene noctua).
Entre los mamíferos el visitante ocasional más destacable es el lince ibérico que en los últimos años ha vuelto a atravesar el monte, confiando que pueda volverse estable su presencia en los próximos años.
Para las aves se puede observar en ocasiones especies como Águila perdicera (Hieraetus fasciatus) o búho campestre (Asio flammeus).