Biogeograficamente Quintos de Mora se clasifica:
Región mediterránea, subregión Mediterránea occidental; provincia Mediterránea ibérica occidental; subprovincia luso-extremadurense; sector toledano-tagano, subsector oretano; distrito montitoledano.
El primer catálogo florístico del Centro fue realizado en 1988 por Fernando Gómez Manzaneque, doce años más tarde se añadieron 42 novedades (RODRÍGUEZ-MARZAL & PÉREZ-CARRAL, 2000) y 22 años después del primer catálogo (2010) se realizó una revisión completa, dando lugar a los siguientes resultados:
El monte Quintos de Mora cuenta con un total de 837 táxones vegetales, 857 incluyendo las variedades.
De estos 857, 780 son naturales, 3 autóctonas plantadas y 74 ornamentales.
Del último herbario realizado con motivo de la revisión del catálogo florístico el Centro cuenta con un gran archivo fotográfico de cada uno de los pliegos herborizados.
Según el Catalogo Regional de Especies Amenazadas de Castilla-La Mancha (Decreto 33/1998, modificado por Decreto 200/2001) en Quintos de Mora se han identificado 2 especies vulnerables (Betula pendula subsp. fontqueri y Utricularia australis) y 28 de Interés Especial, destacando alguna como la Erica tetralix, denominado vulgarmente brezo de turberas.
A continuación se describen las principales series de vegetación potencial asociada al monte Quintos de Mora:
Actualmente las principales formaciones vegetales en los Quintos de Mora se encuentran en diferentes estados de evolución desde etapas pioneras hasta etapas que se aproximan al climax de su vegetación potencial.
Teniendo en cuentas las formaciones que ocupan mayor superficie o son de mayor importancia a continuación se describen las principales especies que lo integran.
Los encinares presentes en Quintos de Mora, tanto en umbría como en solana, suelen ser masas cerradas de matorral alto mezcladas con quejigos (Q. faginea) y madroños (Arbutus unedo). Sin embargo, en la raña, bajo la cubierta del pinar que ha sido aclarado en las últimas décadas, ha surgido de manera natural una población muy importante de encinas y quejigos, que en algunos puntos forman masas continuas y que alcanzan ya una talla entre 4 y 7 metros.
Fuera de los pinares y en las zonas de la raña reservadas al cultivo podemos encontrar masas de pies aislados de encina mezclados con quejigos.
En los lugares más secos la encina se encuentra acompañada por la peonía (Paeonia broteroi), la poligala (Polygala microphylla), el garbancillo (Astragalus lusitanicus) y algún grupo de piruétanos (Pyrus bourgaeana). Son abundantes el romero (Rosmarinus officinalis) y la jara pringosa (Cistus ladanifer). Entre otros arbustos y matas se encuentra el aladierno (Rhamnus alaternus), el rusco (Ruscus aculeatus), la aulaga (Genista hirsuta), la mejorana (Thymus mastichina) y el torvisco (Daphne gnidium). Las plantas de porte herbáceo están representadas por el gamón (Asphodelus albus), cebolla albarrana (Urginea marítima), lirio (Iris xyphium), altramuz (Lupinus angustifolius), junquillo (Narcissus triandrus), meleagria (Fritillaria lusitanica), orquídea (Orchis mascula), berceo (Stipa gigantea), y Halimium umbellatum ssp. viscosum.
Cuando aumenta la humedad edáfica y el quejigo se hace dominante sobre la encina, varían ligeramente las especies acompañantes, apareciendo algunas nuevas como la cornicabra (Pistacia terebinthus), olivilla (Phillyrea angustifolia) y, entre las herbáceas, la anémona (Anemone palmata), la merendera (Merendera pyrenaica), la bellorita (Bellis perennis), el tulipán (Tulipa sylvestris), el gladiolo (Gladiolus illyricus), orquídeas (Orchis morio, Cephalanthera longifolia) , nazarenos (Muscari comosum). En las zonas más umbrosas el quejigo y la encina se acompañan por otras especies arbóreas de interés como puede ser el arce (Acer monspessulanum), el mostajo (Sorbus torminalis) y de forma esporádica el maguillo (Malus sylvestris).
Al acercarse el encinar hacia las cumbres rocosas se empobrece notoriamente, las encinas se vuelven achaparradas, raquíticas y medran las jaras pringosas (Cistus ladanifer) y los brezos (Erica australis) y (Erica scoparia). Se encuentran también en estos lugares la peonía (Paeonia broteroi), que acompaña inseparablemente a la encina, y la jara blanca o jara del diablo (Halimium atriplicifolium). Instalados ya en las grietas de los riscos aparecen los escasos ejemplares del enebro de miera (Juniperus oxycedrus).
Aquellas áreas del monte que han sido muy carboneadas o presentan unos suelos de menor calidad, las encinas son sustituidas por un jaral-brezal donde el brezo arbóreo (Erica arborea), el brezo rubio (Erica australis) y la brecina (Calluna vulgaris), están acompañadas por la jara cervuna (Cistus populifolius), y el jaguarzo (Cistus salviifolius). Al aumentar el proceso de degradación se hace mayoritaria la presencia de jara pringosa (Cistus ladanifer), apareciendo grandes manchas de un matorral de menor porte y más claro acompañando a esta jara la alcayuela (Halimium ocymoides), mata de grandes flores de pétalos amarillos con una mancha purpúrea en la base y la quiruela (Erica umbellata).
Los melojares, cuya presencia en los tramos más cerrados y umbrosos de varios arroyos del monte les confiere una gran relevancia dentro de la cubierta vegetal de estos parajes, representando el último refugio habitado en estas sierras por este tipo de roble (Quercus pyrenaica) de temperamento subatlántico. También podemos encontrarlo en el límite entre el piso meso y supramediterráneo, formando pequeños bosquetes con menores desarrollos a los alcanzados en los fondos de valle. Otras especies arbóreas que podemos ver asociadas al melojar en los valles son el arraclán (Frangula alnus), el sauce (Salix atrocinerea) y el fresno (Fraxinus angustifolia), aunque este último también puede observarse en otras formaciones vegetales asociadas a cursos de agua. Las matas más frecuentes en el melojar suelen ser los brezos (Erica arborea), (E. lusitanica), (E. scoparia) y en los suelos más húmedos aparecen algunos ejemplares de Erica tetralix. Debido fundamentalmente a esta última especie se declaró la Microreserva denominada Turbera de Valdeyernos en el año 2003. Entre las especies herbáceas que acompañan con más fidelidad a los melojares en Quintos de Mora hay que citar la peonía (Paeonia broteroi), abundantísima en el melojar del arroyo de Valdeyernos, primavera (Primula veris), violeta (Viola riviniana), narciso de prado (Narcissus pseudonarcissus), Allium massaessylum, Geum sylvaticum , Arenaria montana, Clinopodium vulgare y Ornithogalum pyrenaicum.
Destacar la repoblación realizada con abedul (Betula pendula subsp. fontqueri var. parvibracteata) en el año 1996 con individuos procedentes de Cabañeros. Actualmente se pueden observar pequeños bosquetes de abedules, algunos de ellos con un porte respetable en el arroyo de Valdeyernos.
La jara pringosa (Cistus ladanifer) predomina sobre los otros componentes del matorral, que suelen ser el romero (Rosmarinus officinalis), el cantueso (Lavandula stoechas), la aulaga (Genista hirsuta), la aulaguilla (Genista tournefortii), el jaguarcillo (Halimium umbellatum), la mejorana (Thymus mastichina), el jaguarzo morisco (Cistus salviifolius) y el torvisco (Daphne gnidium). En la raña, el jaral se puebla con grandes cantidades de gamones (Asphodelus albus), cebolla albarrana (Urginea marítima), garbancilla (Astragalus lusitanicus) y algunas plantas parásitas como el jopo (Orobanche latisquama), parásita del romero y la chupamieles (Cytinus hypocistis) parásita de la jara. Cuando aumenta la humedad edáfica, en repechos umbrosos y hondonadas, las jaras comparten el espacio con los brezos (Erica australis, E. arborea y Calluna vulgaris), apareciendo con cierta constancia la polígala (Polygala microphylla).
Los pinares existentes en estos montes proceden de plantaciones que se emprendieron tras su compra por parte del Patrimonio Forestal del Estado, comprendiendo desde mediados de la década de 1940 hasta 1960. Se repoblaron grandes extensiones de la raña que habían quedado deforestadas para el cultivo agrícola y algunas zonas de la umbría y solana. En la raña se utilizo fundamentalmente pino piñonero (Pinus pinea). En la umbría y solana se opto por el pino negral (Pinus pinaster) y de forma muy residual se plantaron algunos individuos de pino carrasco (Pinus halepensis) y pino laricio (Pinus nigra). Desde la década de los 80 y hasta la actualidad se han ejecutado numerosos tratamientos selvícolas. En la raña la mayoría del pinar de piñonero presenta unas bajas densidades mezclada con quercineas, dominando la encina o el quejigo en función de las condiciones de humedad. En la solana se ha sustituido totalmente el pinar por un matorral con buen regenerado de quercineas y pies arbóreos de estas especies de forma aislada. Para la umbría se ha optado por densidades comprendidas entre los 150-300 pies/ha, facilitando el desarrollo de quercineas bajo su cubierta.
Es posible encontrar en estos roquedos los pocos ejemplares del enebro de miera (Juniperus oxycedrus) que existen por estos montes, los que aferrados a estos peñascales han podido lograr desarrollos muy notables; alguna mata achaparrada de encina, bastantes matas de jara y alguna de brezo (Erica australis). En pequeños alvéolos cascajosos aparecen lirios (Iris xyphium), campanillas (Campanula lusitanica) y geranios (Geranium purpureum). En las fisuras de las paredes rocosas se puede encontrar una bonita clavellina (Dianthus lusitanus) que salpica de sus macollas el roquedo, alegrándolo con sus llamativas flores en la primavera tardía, casi a principios del verano; el botón azul (Jasione crispa ssp. mariana), especie muy abundante, de porte menguado, que aprovecha cualquier pequeña bolsa de tierra para producir abundantes tallos, coronados por glomérulos florales que alegran la adustez de las peñas; el pan de pájaro (Sedum hirsutum) y el ombligo de Venus (Umbilicus rupestris). Con menor abundancia, pero con una gran fidelidad a este medio natural hay que citar un grupo de geófitos muy tempraneros en su floración, como Narcissus rupícola, Gagea lacaitae. Otras plantas más escasas son la boca de dragón (Antirrhinum graniticum) y el digital (Digitalis purpurea), aunque su presencia es muy característica de los roquedales silíceos.
El principal curso de agua que atraviesa Quintos de Mora es el Río de Las Navas, cuyos caudales son escasos, aleatorios y largos sus estiajes, aunque en algunas primaveras de abundantes lluvias presenta unos caudales considerables, llegando a desbordarse en amplias zonas. Por ello, sus orillas carecen de una auténtica vegetación ripícola y sus márgenes aparecen pedregosos y secos, donde solamente algún aislado zarzal (Rubus ulmifolius) o alguna mata de junco churrero (Scirpus holoschoenus) interrumpen el pedregal. Únicamente en un corto espacio de su recorrido aparece una pequeña mancha de tamujo (Flueggea tinctoria), clara y muy recomida por los ungulados. Entre las piedras prospera el carraspique (Iberis ciliata subsp. contracta), poniendo una nota de color con sus vistosas flores purpúreas. Arroyos como el de la Fuente del Común, Gil García y el de Valdeyernos, presentan en ciertos puntos de su curso algo parecido a verdaderas galerías arbóreas, pobladas de fresnos (Fraxinus angustifolia), bardagueras (Salix atrocinerea), arraclan (Frangula alnus), madreselva (Lonicera periclymenum) y espesos zarzales (Rubus ulmifolius). También abundan los brezos (Erica lusitanica, E. arborea) en estas riberas. En especial, el arroyo de Valdeyernos, en su porción final, antes de su salida a la raña, recorre una garganta en donde existen verdaderos fresnos arbóreos y en su cabecera hay un enorme fresno aislado digno de verse, aunque no está acompañado de vegetación ripícola, ya que el fondo de este valle está ocupado por el melojar. También se pueden encontrar conatos de galerías en los arroyos Valdeyernillos y Torneros.
Algunas de las formaciones vegetales presentes en el monte cuentan con la protección de la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres.
A continuación se incluyen los hábitats protegidos y la superficie que ocupan en el Centro.
Código | Denominación | Superficie (%) |
---|---|---|
4030 |
Brezales secos europeos |
1.703 ha (24,81%) |
6310 |
Dehesas perennifolias de Quercus sp. |
1.105 ha (16,10%) |
9230 |
Robledales de Quercus pirenaica |
80 ha (1,17%) |
9240 |
Robledales ibéricos de Quercus faginea |
130 ha (1,89%) |
9340 |
Encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia |
1.164 ha (16,96%) |
8130 |
Desprendimientos rocosos occidentales y termófilos |
95 ha (1,39%) |
8220 |
Laderas y salientes rocosos silíceos con vegetación casmofítica |
54 ha (0,79%) |