Se conservan indicios de la presencia humana en estas tierras ya desde el periodo Neolítico, pero no se han encontrado referencias documentadas de Ribavellosa hasta el momento en que Don Alonso Ramírez de Arellano, cuarto señor de los Cameros la compró junto a las villas de Torre y Luezas a Diego Arista de Zúñiga (14 de septiembre de 1481). Ya entre 1763 y 1773, en el censo del Conde de Aranda se refleja el asentamiento en estas tierras de una pequeña aldea, constando como “Villa de Ribavellosa de Cameros”, en la que vivían 5 varones y 7 hembras.
También se tiene constancia de una Real Facultad de 1787, de venta de todo el Monte de Ribavellosa, otorgada por Carlos III al duque de Abrantes copropietario del mismo con el Conde de Hervías y la Comunidad de Religiosas Bernardas del Monasterio de Cañas, en virtud de la cual pasó a propiedad de la familia Sáenz de Tejada. Esto da idea de que en aquellos tiempos este monte era una pertenencia de los grandes señoríos de la zona.
Más recientemente, ya en el siglo XIX Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Utramar (1845-1850), cita Ribavellosa como:”lugar situado en un pequeño llano a la falda de la Sierra de Cameros; que disfruta de buena ventilación y clima, aunque algo frío, saludable, con buen arbolado de roble, haya y encina”. Existía en aquel entonces una pequeña aldea con sus tierras de cultivo y pastos. La población entonces comprendía 4 familias con un total de 17 vecinos. La actividad agrícola se centraba básicamente en la producción de trigo, cebada, centeno, cominos, y patata en las mejores tierras. Se criaba ganado lanar, además de mantenerse las bestias de labor precisas para la agricultura, y seguramente poseerían algo de ganado porcino asociado a los bosques belloteros.
Ya en 1931 se segregó del resto del Monte de Ribavellosa, una parcela de 200,56 has, que incluye la antigua Aldea de Ribavellosa, siendo ésta vendida a la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa (La Kutxa), que la adquiere con la intención de construir en estos parajes una “Ciudad Sanitaria” para enfermos de tuberculosis, enfermedad que en aquellos tiempos constituía un auténtico problema. Por diversas circunstancias este proyecto no se realizó, convirtiéndose finalmente en una Colonia Infantil y Residencia de Vacaciones. Para ello, inicialmente contaban con unos pabellones de madera especialmente preparados, hasta que en 1945 se decidió mejorar las condiciones de la Finca como colonia de veraneo, iniciándose un serie de actuaciones que incluyeron la mejora de la dotación de agua, un plan de repoblación forestal, la construcción de una buena carretera y la progresiva dotación de diferentes edificaciones, infraestructuras deportivas y lúdicas, etc. En concreto, empezaron por la construcción del edificio más pintoresco conocido actualmente como “La Colonia” (concluido en 1952) dotado de piscina, frontón, campos de fútbol, etc. Dichas instalaciones se fueron complementando posteriormente, hacia 1970, con la construcción de un edificio que comprendía una capilla, un salón de actos y una sala de usos múltiples, y otro edificio conocido como “La Residencia”. Todas estas edificaciones se encuentran agrupadas en un núcleo central en el que se incluyen las principales instalaciones deportivas y de recreo.
La Kutxa mantuvo dicha actividad hasta el año 1994 quedando entonces desocupada hasta que en el año 2000, tras su adquisición pública, el Organismo Autónomo Parques Nacionales se hizo cargo de la Finca, conservando la mayor parte de las instalaciones e infraestructuras existentes, habilitando una importante red de senderos para acceso público, y emprendiendo una serie de programas y actividades relacionadas con el uso público, educación ambiental, investigación, etc.