No es posible entender Doñana sin comprender la relación de su población con la naturaleza, que ha hecho de este territorio lo que hoy es.
Desde siempre, la pesca, la caza, la ganadería y la recolección de materias primas han sido actividades cotidianas que han marcado modos de vida muy ligados al aprovechamiento de los recursos que Doñana brindaba.
Han existido dos tipos de habitantes en el interior del Parque, amén de los núcleos de población próximos: los temporales, que se asentaban durante períodos de duración variable para actividades concretas; y los permanentes, en su mayoría guardas de la propiedad y sus familias, o arrendatarios de determinados pagos.
En los alrededores de las viviendas había huertos, comunales o privados, y colmenas construidas a partir de un cilindro de corcho.
Además de la caza de liebres, conejos, aves y grandes herbívoros, en primavera también se recolectaban los huevos, y algo más tarde los patos mancones, esto es, mudando las plumas e incapaces de volar.
Otra actividad habitual era la pesca, tanto en el mar como en ríos, caños y lucios. En la época del paso de los atunes se instalaban grandes almadrabas frente a la costa.
En la actualidad, el Plan Rector de Uso y Gestión considera como aprovechamientos tradicionales compatibles el marisqueo de la coquina, la apicultura, la recogida de piñones y la ganadería extensiva. Todas estas actividades están reguladas por Planes Sectoriales, como el de Aprovechamiento ganadero, el de apicultura, para la recogida de piña y el de marisqueo (aprovechamiento de la coquina).
Otro de los usos compatibles regulados en el Plan Rector de Uso y Gestión y su correspondiente programa sectorial es el Uso Público, apoyo básico para el desarrollo del turismo sostenible en la Reserva de la Biosfera Doñana.
Desde 2006 Doñana forma parte del grupo de espacios naturales europeos con la Carta Europea de Turismo Sostenible, herramienta fundamental para la gestión con criterios de sostenibilidad de su actividad turística