El catálogo de plantas vasculares del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido incluye más de 1.300 especies diferentes. Esto significa que dentro del territorio del Parque más su Zona Periférica de Protección -unos 350 kilómetros cuadrados- se encuentra representada la mitad de toda la flora presente en el Pirineo aragonés -unas 2.450 especies.
A la diversidad paisajística y de comunidades vegetales existente habría que añadir, por lo tanto, una elevada concentración de especies vegetales que, además, presentan afinidades muy diversas: atlánticas, boreoalpinas, oromediterráneas, mediterráneas... Especies tan singulares como el zapatito de Venus (Cyprypedium calceolus) o Calamintha grandiflora, mantienen en su interior alguna de las escasas poblaciones españolas conocidas hasta la fecha.
Pero el Parque alberga también un nutrido grupo de endemismos. Una recopilación preliminar de especies endémicas que habitan en alguno de sus cuatro valles indica la existencia de unos 50 endemismos exclusivamente pirenaicos -alrededor del 4 o 5 % de su flora- dato al que habría que añadir aquellas especies que también mantienen poblaciones en otros macizos montañosos próximos como los Alpes, Sierra Nevada o la Cordillera Cantábrica.
Dentro del Parque se encuentran también representados la mitad de los endemismos pirenaicos presentes en el Pirineo aragonés, unas 100 especies. En ellos destaca la Androsace pyrenaica, especie considerada como "en peligro de extinción" por el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Al igual que ocurre en el resto de la cadena pirenaica, la mayor parte de las plantas endémicas se encuentran en hábitats rocosos como gleras, acantilados y pastos pedregosos, estando prácticamente ausentes en los ambientes forestales. Los medios rocosos, tan frecuentes en el Parque, son muy difíciles para la vida vegetal debido a la carencia de un suelo bien desarrollado y a la dificultad que conlleva la instalación de nuevos individuos, por lo que los vegetales que los colonizan requieren una alta especialización.