Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia

El clima en el Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia

El Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia son cuatro archipiélagos vinculados a las rías Baixas gallegas, y aunque están en una zona de clima oceánico con altas precipitaciones y moderada estacionalidad, tanto térmica como hídrica, en los archipiélagos situados en el exterior de estas rías (Cíes, Ons y Sálvora), se aprecia una menor descarga de lluvias que en la costa debido a las bajas altitudes de las islas que apenas son un obstáculo para las nubes; en contraste, la barrera de montes costeros de hasta 700 metros de altura, provoca la descarga de las nubes. 

El seguimiento de su climatología se realiza a través de las estaciones y boyas que MeteoGalicia tiene en el parque y que aportan datos para el Seguimiento del Cambio Global.

Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia

La relativa escasez de lluvias en estas islas, unida a la poca profundidad de los suelos, provoca que en los meses del verano se produzca un período de sequía por el descenso de agua disponible en el suelo para las plantas. El clima de las islas se aleja del carácter atlántico, ya que esta sequía introduce el factor típicamente mediterráneo. Las lluvias de otoño e invierno compensan la escasez veraniega, produciéndose así un balance hídrico anual positivo, el agua de lluvia es mayor que la evaporada. 

El clima de la isla de Cortegada, próxima a la costa, es más atlántico europeo, con lluvias más constantes todo el año, y contrasta con el clima de las islas más exteriores a las rías (Cíes, Ons y Sálvora) de influencia mediterránea, aunque subhúmeda y de tendencia atlántica.

La temperatura media anual en las islas oscila entre los 13 y 15 ºC, siendo pequeña la diferencia entre la temperatura media de los meses más cálidos, en julio y agosto 18-20 ºC, y los meses más fríos, en diciembre y enero 10-12ºC. La temperatura en las islas queda amortiguada y es más suave que en el litoral, ya que las mínimas en las islas son más altas, principalmente en días de frío, y las máximas son algo más bajas, principalmente en días de calor. 

Los vientos predominantes en los meses de verano soplan desde el Norte-Noreste, mientras que en invierno lo hacen predominantemente desde el Sur-Suroeste. Las casas de las islas tienen las puertas y ventanas orientadas al Este, escondiéndose de los vientos húmedos del suroeste.

El clima y la oceanografía condicionan su biodiversidad

Sus islas representan sistemas naturales ligados a zonas costeras y plataforma continental de la Región Eurosiberiana, dominadas por roca y océano del que emergen en las puertas de las rías de Vigo, de Pontevedra y de Arousa. Antaño, las islas estaban unidas a las sierras litorales, ahora aisladas por la inundación de la costa; sus islas exteriores (Cíes, Ons y Sálvora), funcionan como una cadena de islas que protegen las rías. 

Su relieve se caracteriza por presentar dos vertientes diferenciadas. La occidental, enfrentada a mar abierto, es más abrupta, con fuertes pendientes que forman acantilados. La oriental, que mira a las rías, es de perfil más suave, permitiendo la formación de playas y dunas. Los fuertes vientos, cargados de salitre, el escaso desarrollo de los suelos y la escasez relativa de lluvias determinan las condiciones naturales de las islas. La cercanía al continente, la singularidad del suave relieve y la influencia del mar configuran su biodiversidad y sus paisajes únicos. 

La flora de los ecosistemas litorales debe protegerse de la aridez, la sal y el viento. Las playas y dunas, ambientes de gran aridez, obligan a las plantas a presentar especiales adaptaciones: colores claros que reflejen la luz, raíces muy profundas, bulbos de reserva de agua, etc. Son plantas de distribución muy restringida y, por tanto, de protección obligada. El barrón, la azucena de mar y el alhelí de mar son algunas de las especies representativas de estos medios. 

Los acantilados, zonas de escaso sustrato y enfrentadas a fuertes vientos cargados de salitre, sólo permiten la supervivencia de plantas muy adaptadas. Destaca Angelica pachycarpa como planta exclusiva del noroeste peninsular, asociada a los acantilados frecuentados por colonias de gaviotas. Los matorrales costeros atlánticos y submediterráneos, dominados por el tojo, presentan algunas especies de carácter submediterráneo como el torvisco y el jaguarzo negro. Como especie propia de este matorral podemos destacar Cytisus insularis, una retama exclusiva del parque. Las manchas arbóreas de eucaliptos, pinos y acacias son producto de la repoblación, pero en zonas abrigadas quedan núcleos aislados de especies arbóreas autóctonas como el roble melojo o el endrino. En Cortegada encontramos también espectaculares bosques de laurel.

Ecosistemas submarinos: En el mar, distintos fondos rocosos, bancos de arena, fondos de maërl, fondos de cascajo y bosques de algas crean un gran mosaico de ecosistemas en estas islas y las aguas que los rodean. La extraordinaria riqueza marina de las islas se explica por el afloramiento o ascenso de aguas profundas ricas en nutrientes, que sirven de sustento a pequeños microorganismos, base de la cadena alimentaria. 

La circulación de las corrientes marinas y estuáricas, la diversidad de sustratos y el relieve de los fondos dotan al medio marino de distintos escenarios ecológicos que determinan la gran diversidad de flora y fauna marinas. Este es el gran tesoro escondido del parque. La luz y el oleaje, junto con la profundidad y las características del sustrato, condicionan la distribución de la flora marina. En la cara oeste de las islas resaltan las grandes algas pardas de los géneros Laminaria y Saccorhiza, que forman auténticos bosques submarinos. También destacan los fondos de maërl, que están formados por la agregación de miles de algas coralígenas de pequeño tamaño y de varias especies. 

Esta diversidad de escenarios da cabida a un gran número de especies: más de 200 tipos de algas entre las que se refugian y crían gran cantidad de peces y moluscos, aves marinas que anidan en las repisas de los acantilados y pescan en las aguas poco profundas, plantas sorprendentemente adaptadas a vivir entre las arenas de las dunas o en las estrechas grietas de los acantilados.