Una cañada es una planicie sedimentaria de color amarillo claro, situada normalmente al pie de las paredes del circo y donde se va acumulando todo el material erosionado de los escarpes. Algunas, como la de Ucanca, pueden tener 3 km de diámetro, y no es raro que en invierno se formen en ella pequeños lagos fugaces. Las cañadas son las que han canalizado el tránsito de hombres y ganados antes de que la zona fuese convertida en Parque.
El circo de Las Cañadas es una de las mayores calderas del mundo, tiene forma elíptica, con 16 km de eje mayor, 10 km de eje menor y 45 km de perímetro. Las lavas procedentes de las distintas erupciones han rellenado extensas superficies de la antigua caldera con materiales volcánicos de todo tipo, con lo que se ha formado un espectacular paisaje de aspecto caótico.
Así, pueden observarse volcanes de forma redondeada y tonalidades amarillentas y blanquecinas por la acumulación de piedra pómez como en el caso de Montaña Blanca, o conos de cenizas y picón de tonalidades obscuras desde el rojizo al negro debidas a los distintos procesos de oxidación con el tiempo, como la Montaña Mostaza. Las coladas de lava forman a veces campos de escoria llamados malpaises, otras caen ladera abajo o asoman sobre volcanes más antiguos formando lenguas, y otras se disgregan en enormes bloques, como en el caso del Valle de las Piedras Arrancadas, cercano a Montaña Rajada, donde abunda la obsidiana, vidrio volcánico de color negro brillante.
Origen de Las Cañadas
Tanta acumulación de materiales, tanta actividad volcánica posterior a la formación de la caldera, dificultan enormemente la determinación de su Origen. Su génesis sigue siendo hoy tema de apasionado debate entre especialistas aunque, sea cual sea su origen, debió tener lugar hace unos 180.000 años.
La hipótesis más aceptada hasta comienzos de la década de los noventa era la de hundimiento como causa fundamental, que supone se trata de una caldera con dos semicalderas, una oriental y otra occidental separadas por los Roques de García y formadas por hundimientos y colapsos.
Sin embargo, las investigaciones del subsuelo de la isla y los estudios de los fondos marinos y del relieve submarino en los últimos años han confirmado la hipótesis mantenida por el geólogo y geógrafo tinerfeño Telesforo Bravo desde 1962: tanto Las Cañadas del Teide como los valles de La Orotava y Güímar son depresiones formadas por grandes deslizamientos gravitacionales, de más de 100 Km cúbicos de una parte de la isla.
Lo cierto es que el intenso vulcanismo generado como consecuencia de la hecatombe, atravesó a continuación una serie de períodos en que se han ido acumulando los diferentes productos volcánicos que vemos hoy en día. El final de este ciclo es la colmatación de la caldera hasta los niveles actuales y la formación del actual Teide.
La actividad volcánica sigue funcionando actualmente tanto alrededor del parque como en su interior. Las últimas erupciones fueron las de las Narices del Teide, al SO del Pico Viejo, en 1798, y Volcán de Fasnia, en 1705, ambos dentro del Parque Nacional, y más al NO, la del Chinyero, en 1909.
Los Roques de García
Unos de los sitios más populares y visitados del Parque Nacional son los Roques de García. Se trata de una alineación de grandes formaciones rocosas, restos de la antigua cumbre de la isla, antes de que se formase la caldera de Las Cañadas, y que el agua y el viento se han encargado con el paso de los siglos de ir dando caprichosas formas.
En ellos destaca el Roque Cinchado. Desde el mirador existente se divisa el espectacular llano endorreico "Llano de Ucanca", la mayor cañada del Parque Nacional. En las cercanías, se encuentra la formación de Los Azulejos, que llama la atención por su color azul-verdoso debido a la alteración química de la roca.