La Fundación Cristina Enea edita un nuevo número de su colección Cuadernos de Apuntes, dedicado a los sentimientos e ideas de los jóvenes europeos ante las políticas comunitarias relacionadas con el medio ambiente.
En una sesión del proyecto CitizENV, Diálogos Ciudadanos sobre el Medio Ambiente, organizada conjuntamente por la Comisión Europea y Fundación Cristina Enea, con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad, se inician los diálogos entre jóvenes y personal técnico de la Comisión. La publicación La juventud ante las políticas europeas de medio ambiente, recoge los resultados de dicha sesión, a la que se invitó a un grupo de 20 jóvenes, 13 chicas y 7 chicos, con perfiles muy diversos: estudiantes de educación secundaria y universitaria e incluso algunas personas ya en el mercado de trabajo.
La principal característica común de los participantes es su compromiso con el medio ambiente, incluyendo a organizadores de marchas contra el cambio climático en Donostia, Bilbao o Madrid impulsadas por Fridays For Future. Para esta juventud, participar en el diálogo ciudadano es una oportunidad para acceder a más información sobre el medio ambiente, para conocer a otra gente joven con similares inquietudes y así mejorar la capacidad común de movilización, alzar su voz ante las autoridades públicas locales y europeas, e ir cambiando sus propios hábitos de vida. Las motivaciones fundamentales son, por tanto, acceder a información y crear redes para lograr una mayor movilización.
En este taller ciudadano los jóvenes, discutieron los principales obstáculos y soluciones a los problemas medioambientales, el resumen que se presenta en forma de este Cuaderno de Apuntes muestra bastantes similitudes con las actuales prioridades europeas.
La visión sobre el futuro que expresaron los participantes fue muy pesimista: "Miedo. Siento que para 2030 muchas cosas tal y como las conocemos van a desaparecer. Lo que más me asusta es la desaparición de especies e incluso del ser humano"… "No quiero vivir en un planeta sin vida". Hay quienes esperan eventos extremos "cada semana", que pueden devastar ciudades y regiones enteras, crear guerras y crisis migratorias y necesidades de refugio, con una contaminación creciente con consecuencias sobre la salud y el suministro de productos básicos.
Al mismo tiempo, les preocupaba la incertidumbre y la desigualdad creciente. Ven un planeta donde la gente rica controlará el planeta y "los pocos recursos que queden". Mientras tanto, los países en vías de desarrollo sufren las consecuencias de los modos de consumo y producción del primer mundo, de nuestros propios modos de consumo y producción. La angustia existencial de quienes participaron tiene por tanto dos componentes: una parte personal – el miedo a las consecuencias de las crisis climática y medioambiental sobre sí mismos, en su vida diaria – y otra solidaria – la desigualdad y la injusticia, incluso si afecta principalmente a otras personas. Consideran que se van produciendo avances: ciudades verdes con paneles solares, barrios autosuficientes en los que la economía circular es una realidad, menos coches, más movilidad en bicicleta o transporte público, etc. Estiman que si hay voluntad de tomar medidas serias, la situación puede mejorar sustancialmente, creando oportunidades de negocio y de nuevos estilos de vida. El problema es el tiempo (escaso) y la voluntad real de acción.
Consultado en Octubre de 2020