Apenas están emplastados los clastos fragmentados de las pedriza s más altas (por encima de los 1.000 metros) y ya se instalan sobre ellos los rebollos. El aspecto de estos bosques es sorprendente, ya que los árboles parecen crecer entre la piedra suelta. Su explicación es simple: la pedriza es un buen aislante térmico (se suele decir que «las pedrizas guardan la frescura») y atenúa el déficit hídrico al no existir pérdidas de agua por evaporación directa desde el suelo, ya que no hay ascención por capilaridad al existir una cámara superior de piedra suelta que provoca discontinuidad.
Durante los meses invernales, y algunos de los de otoño y primavera, la temperatura media que se registra en las depresiones sinclinorias de la raña es inferior a las medidas en las laderas medias e incluso a las culminaciones de éste, como consecuencia de que, durante la noche, el aire frío se acumula en estos piedemontes interiores afectados por fenómenos de estancamiento llegando los niveles termométricos a estar por debajo de los que simultáneamente se dan en los relieves montañosos destacados (en un típico fenómeno de <<inversión térmica»). Durante el día, se mantienen en dichos piedemontes persistentes bancos de niebla generados al amanecer, sobre los que quedan, con mayor contenido calorífico en el aire y expuestas a la insolación, las altas vertientes y las cumbres del sector montañoso de Cabañeros. La razón de ser de estos característicos fenómenos de condensación, además del descenso de la temperatura del aire de los niveles más bajos más allá del «punto de rocío» (e incluso de los 0°) por el ya citado efecto de estancamiento, se encuentra en la abundancia de agua superficial en las grandes llanadas de raña donde de forma excepcional los cursos, numerosos y relativamente, caudalosos circulan en lechos anastomosados y existen numerosas áreas encharcadas o de imperfecto drenaje, debido a la formación de horizontes argdicos, capaces de mantener el aire que sobre ellas permanece con un alto grado de humedad absoluta (y por lo tanto muy susceptible a la formación de nieblas).
Así, el acebuche, árbol paradigmático de las áreas más térmicas del mediterráneo, y que debiera estar presente en las rañas, aparece sólo en las cumbres, y en una franja a partir de los 950 m de altitud, que es la altura a partir de la cual sobresalen las cumbres por encima del «mar de nubes» constituido por las nieblas.