Es sin duda el lugar que más identifica a Tenerife. El Parque Nacional del Teide fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 2007 con la categoría de Bien Natural. Es también Diploma Europeo por el Consejo de Europa y forma parte de los Lugares Red Natura 2000. Y razones para recibir tales reconocimientos no le faltan. Por un lado, es la más completa muestra de vegetación de piso supramediterráneo que existe. Por otro, constituye una de las manifestaciones más espectaculares de vulcanismo en todo el mundo, y por supuesto, la más destacada de Canarias.
El P.N. del Teide está situado en el centro de la isla, a una altitud media de 2.000 metros, y su cima representa el pico más alto de España, con 3.718 metros. Sus cifras de récord también incluyen que es el parque nacional más visitado de España y Europa, al recibir unos tres millones de turistas al año.
Desde el punto de vista geomorfológico estamos ante una maravilla de la naturaleza. La estructura de la caldera y el estratovolcán Teide-Pico-Viejo son únicos en el planeta. Aunque no queda ahí su valor. Los cientos de conos, coladas o cuevas con las que cuenta enriquecen su interés científico y paisajístico. A ello se añaden su riqueza de fauna y flora, con una gran cantidad de endemismos canarios y especies exclusivas del parque.
El parque se creó en 1954 en reconocimiento a su singularidad volcánica y biológica. Su extensión es de casi 19.000 hectáreas, lo que lo convierte en el mayor y más antiguo de entre todos los parques nacionales de las Islas Canarias. Cuenta con una Zona Periférica de Protección, y está rodeado del Parque Natural de la Corona Forestal, que con 46.612,9 hectáreas de extensión, es el espacio natural protegido de mayor extensión de toda la Comunidad Autónoma de Canarias.
Hace aproximadamente unos once millones de años la isla de Tenerife emerge del fondo del océano. Poco a poco, y debido a la fuerte actividad volcánica, se forma una estructura en forma de pirámide. Desde decenas de kilómetros de profundidad se produce el ascenso del magma y, con ello, innumerables erupciones que han hecho crecer la isla.
Posteriormente, la cumbre de la isla se destruye y desaparece, dejando en su lugar un enorme hueco del que, en su parte norte, sale posteriormente el actual Teide y todo su complejo de volcanes asociados. El borde interno de la enorme depresión es conocida como "pared de las Cañadas". En este gran anfiteatro de 16 km de diámetro están expuestas decenas de coladas horizontales, de paquetes de cenizas, de diques y de todo tipo de productos volcánicos, dejando a la vista una pared casi vertical.
La base de la depresión se ha rellenado con todo tipo de materiales recientes. Encontramos así malpaises, que son grandes extensiones de lavas abruptas denominadas "aa", terrenos por donde apenas se puede caminar. En raras ocasiones, nos encontramos superficies lisas y llanas que constituyen los tipos de lavas denominadas "pahoehoe", que quiere decir "lavas por las que se puede andar descalzo". Su superficie recuerda el flujo de una gran masa de queso fundido que se dejase solidificar. Existen también grandes masas de piedras pómez que recubren y uniformizan los terrenos desiguales.
Una cañada es una planicie sedimentaria de color amarillo claro, situada normalmente al pie de las paredes del circo y donde se va acumulando todo el material erosionado de los escarpes. Algunas, como la de Ucanca, pueden tener 3 km de diámetro, y no es raro que en invierno se formen en ella pequeños lagos fugaces. Las cañadas son las que han canalizado el tránsito de hombres y ganados antes de que la zona fuese convertida en Parque.
El circo de Las Cañadas es una de las mayores calderas del mundo, tiene forma elíptica, con 16 km de eje mayor, 10 km de eje menor y 45 km de perímetro. Las lavas procedentes de las distintas erupciones han rellenado extensas superficies de la antigua caldera con materiales volcánicos de todo tipo, con lo que se ha formado un espectacular paisaje de aspecto caótico.
Así, pueden observarse volcanes de forma redondeada y tonalidades amarillentas y blanquecinas por la acumulación de piedra pómez como en el caso de Montaña Blanca, o conos de cenizas y picón de tonalidades obscuras desde el rojizo al negro debidas a los distintos procesos de oxidación con el tiempo, como la Montaña Mostaza. Las coladas de lava forman a veces campos de escoria llamados malpaises, otras caen ladera abajo o asoman sobre volcanes más antiguos formando lenguas, y otras se disgregan en enormes bloques, como en el caso del Valle de las Piedras Arrancadas, cercano a Montaña Rajada, donde abunda la obsidiana, vidrio volcánico de color negro brillante.
Origen de Las Cañadas
Tanta acumulación de materiales, tanta actividad volcánica posterior a la formación de la caldera, dificultan enormemente la determinación de su Origen. Su génesis sigue siendo hoy tema de apasionado debate entre especialistas aunque, sea cual sea su origen, debió tener lugar hace unos 180.000 años.
La hipótesis más aceptada hasta comienzos de la década de los noventa era la de hundimiento como causa fundamental, que supone se trata de una caldera con dos semicalderas, una oriental y otra occidental separadas por los Roques de García y formadas por hundimientos y colapsos.
Sin embargo, las investigaciones del subsuelo de la isla y los estudios de los fondos marinos y del relieve submarino en los últimos años han confirmado la hipótesis mantenida por el geólogo y geógrafo tinerfeño Telesforo Bravo desde 1962: tanto Las Cañadas del Teide como los valles de La Orotava y Güímar son depresiones formadas por grandes deslizamientos gravitacionales, de más de 100 Km cúbicos de una parte de la isla.
Lo cierto es que el intenso vulcanismo generado como consecuencia de la hecatombe, atravesó a continuación una serie de períodos en que se han ido acumulando los diferentes productos volcánicos que vemos hoy en día. El final de este ciclo es la colmatación de la caldera hasta los niveles actuales y la formación del actual Teide.
La actividad volcánica sigue funcionando actualmente tanto alrededor del parque como en su interior. Las últimas erupciones fueron las de las Narices del Teide, al SO del Pico Viejo, en 1798, y Volcán de Fasnia, en 1705, ambos dentro del Parque Nacional, y más al NO, la del Chinyero, en 1909.
Los Roques de García
Unos de los sitios más populares y visitados del Parque Nacional son los Roques de García. Se trata de una alineación de grandes formaciones rocosas, restos de la antigua cumbre de la isla, antes de que se formase la caldera de Las Cañadas, y que el agua y el viento se han encargado con el paso de los siglos de ir dando caprichosas formas.
En ellos destaca el Roque Cinchado. Desde el mirador existente se divisa el espectacular llano endorreico "Llano de Ucanca", la mayor cañada del Parque Nacional. En las cercanías, se encuentra la formación de Los Azulejos, que llama la atención por su color azul-verdoso debido a la alteración química de la roca.