La necesidad de reducción de las emisiones de CO2 para luchar contra el cambio climático y el impulso hacia una movilidad limpia ha encontrado en las baterías una alternativa para la propulsión de vehículos, sustituyendo a los combustibles fósiles.
En mayo de 2018, la Comisión adoptó el Plan de acción estratégico para las baterías, como elemento del tercer paquete de movilidad «Europa en movimiento», con dos objetivos principales:
A medida que se expanden los mercados, también se generarán grandes volúmenes de baterías al final de su vida útil, por lo que hará falta gestionar debidamente estos flujos de residuos y recuperar los materiales valiosos que contienen para emplearlos como materias primas en la fabricación de nuevas baterías. En la actualidad, el reciclaje de baterías de ion-litio es prácticamente inexistente, aunque se está trabajando en la búsqueda de tecnologías de reciclaje y en alternativas para la reutilización de las baterías usadas en el almacenamiento estacionario de electricidad, lo que se conoce como repurposing.
Los tipos de baterías que se emplean para la tracción de vehículos eléctricos son las baterías de ion-litio, níquel-cadmio y níquel-hidruro metálico.
Cuando la batería está cargada, todo el litio está en el ánodo de coque. Durante la descarga los iones fluyen a través del electrolito desde el ánodo hacia al cátodo de óxido de litio y cobalto (el más habitual). Los electrones también fluyen desde el ánodo al cátodo, pero lo hacen a través del circuito exterior, alimentando al vehículo. Cuando todos los iones de litio llegan al cátodo, la batería estará completamente descargada.
La carga de la batería se realiza conectando la batería a una fuente de energía externa que aporta electrones al ánodo, lo cual provoca que los iones de litio abandonen el cátodo y regresen al ánodo a través del electrolito.
Las tecnologías de las baterías de ion-litio ha evolucionado mucho desde los años 70, cuando se construyó la primera batería de litio. El ánodo en principio era de litio metálico, metal que cede electrones con gran facilidad, lo que hace que sea muy inestable. Se oxida rápidamente en contacto con el aire, y en contacto con el agua reacciona de forma violenta. El ánodo se ha ido sustituyendo por otros materiales más eficientes como el coque de petróleo. La composición de los electrolitos también ha ido evolucionando para mejorar el aislamiento del litio.
Entre las nuevas tecnologías para la fabricación de baterías de litio de encuentran las siguientes:
Existen otros tipos de baterías que podrían emplearse en los vehículos eléctricos, y que están en fase de experimentación. Algunos ejemplos son los siguientes: