Caldera de Taburiente: itinerarios

La Cumbrecita-Zona de Acampada

Ruta 5 La Cumbrecita-Zona de Acampada

Características técnicas.

- Cota de partida: 1300 m.

- Cota de llegada: 750 m.

- Ascensión acumulada: 710 m.

- Descenso acumulado: 1260 m.

- Longitud: 13,5 km.

- Duración media: de 6 a 7,5 horas.

- Mapa ruta

 

Adecuado para caminantes sin vértigo, expertos y resistentes. Encontrará señales indicadoras en los puntos notables que aparecen en este texto en negrita.

 

Recomendaciones.

- -No comience el sendero después del mediodía.

- -No se salga del sendero. Viaje acompañado.

- -Use calzado deportivo o de montaña.

- -Infórmese antes de iniciar la marcha, puesto que el sendero se deteriora con facilidad.

 

El recorrido completo de este sendero, dada su longitud, perfil y características del firme, es un auténtico rompepiernas. Además, al terminar este sendero en la zona de acampada, es necesario caminar como mínimo hora y media hasta llegar a una pista rodada (Los Brecitos).

El sendero atraviesa en gran parte del recorrido la zona más inestable del Parque, el terreno de aglomerados superiores de la isla primitiva (complejo basal), lo que provoca que el camino nunca esté en perfectas condiciones de paso y se puedan apreciar numerosos procesos erosivos.

La presencia humana está determinada por los aprovechamientos recientes del agua, observándose canales y tuberías, que proceden de nacientes naturales, y en especial de galerías (túneles más o menos horizontales en busca de agua). En orden de aparición vemos las de Aridane, Tacote y La Faya, que evacuan el agua por el canal de La Cumbrecita. Después, Altaguna, Los Guanches y Las Verduras de

Alfonso dejan caer el agua por sus barrancos para que se recoja a la salida del Parque.

El sendero parte desde el aparcamiento de La Cumbrecita junto a la caseta de información. Tras un ligero descenso de 50 m., los primeros cuatro kilómetros casi son horizontales, al igual que el canal que le sirve de guía junto a un gran precipicio. Unos 50 m. más arriba se pueden observar tramos de un antiguo canal en desuso que recogía aguas de fuentes ahora secas.

Poco antes de la galería Aridane hay un pluviómetro con el que se miden mensualmente desde 1986 las aguas de lluvia. El registro máximo en estos años es el de diciembre de 1.991 en el que se recogieron 750 l/m2. Estas lluvias provocaron un desprendimiento en el Mirador de los Roques, por lo que el canal y el camino se tuvieron que desviar. Junto al pluviómetro, un pino puntiseco aún mantiene una rama viva por el lado donde queda corteza.

También antes de esta galería, en el barranquillo de El Caldero, que tiene una gran roca en mitad del cauce, se puede observar por debajo del sendero, en el margen izquierdo, un pino descortezado por bajo, hasta una altura de 5 m. del lecho. A esta altura subió el agua, con troncos y barro, el 20 de noviembre de 2001. Aguas abajo, en el barranco del Almendro Amargo y en el de las Angustias la riada provocó la muerte de tres personas.

La galería de Aridane, con tres ramales que suman 3.049 m. de longitud, data de principios de siglo (1.912). De ella mana un caudal que oscila de 14 a 20 l/s.

Pasado el badén, al retomar el canal aparece un pino con las raíces clavadas en la ladera y el tronco separado casi un metro. El suelo que cada año se pierde discurriendo por los barrancos hacia el océano, es cuantioso, pero la naturaleza de este Parque es así, al menos mientras no disminuyan algo sus desniveles y las precipitaciones sean tan concentradas y torrenciales.

Poco después, pasamos junto a la galería de Tacote y su caseta, acondicionada con una subvención del Parque el año 2001

Al llegar a la caseta de la galería de La Faya, mirando hacia atrás se ve por debajo del canal un hermoso tronco enteado que se ha quedado encajonado en un pequeño barranco, interrumpiendo momentáneamente su camino inexorable hacia el mar.

Después de la galería de La Faya el camino tiene altibajos para sortear las áreas más erosionadas. Antes de llegar al barranco del Hoyo de Los Pinos, el terreno se desmorona con facilidad y el firme no tiene buen agarre, por lo cual debemos tener mucho cuidado.

Desde la Galería Tacote hasta el barranco Hoyo de los Pinos los lomos se juntan por encima, dando paso a la vía de acceso para La Punta de los Roques, que es conocida como las Vetas del Capitán. Este camino solo es utilizado por los aficionados al salto del pastor. Deporte autóctono en el que se utilizan lanzas o pértigas, de madera o fibra de carbono, de 3 a 5 m., con puntas de acero, para descender por zonas de gran pendiente. No es aconsejable arriesgarse a hacer el camino en solitario, por las grandes posibilidades de perderse, o peor aún, quedarse "envetado", es decir, sin poder seguir o retroceder porque el terreno no da confianza para escalar o trepar, al ser los desniveles muy acentuados y las rocas falsas.

En el barranco del Hoyo de los Pinos el sendero se pierde todos los años, ya que atraviesa un cauce, que cambia con cada lluvia. Hay que subir hasta el pie de los

grandes riscos, y tomar hacia la izquierda (norte).En la parte baja, cerca del cartel, comprobará que hay un amasijo de rocas, gravas, arenas y troncos de pinos. Durante la primavera de 1.989 se produjo un desprendimiento, que cayendo de la pared del Escuchadero, se llevó por delante el bosquete que había por debajo. En realidad fueron varios, uno grande y muchos pequeños, a lo largo de dos meses. En este canchal se observa el proceso de colonización de los terrenos sueltos.

La subida hasta el Lomo de El Escuchadero, de unos 300 m. de desnivel, nos hará sudar y resoplar a todos. El agua que debimos tomar en casa, seguro que se nos acabará si no hemos tenido la precaución de empezar temprano. Descansando allí podremos observar muy bien las paredes llenas de plantas como bejeques, gacias , tajinastes, etc., que en primavera veremos en pleno apogeo de floración.

Bajamos un poco hasta cruzar el barranco del Limonero, que mantiene agua corriente por este lugar todo el año, aunque en verano esta es muy exigua. En época propicia suelen verse algunas matas de ranúnculos de flores amarillas en las orillas. Al barranco del Limonero desembocan tres bajadas desde la cumbre, aptas solo para aventureros, con ayuda de prácticos conocedores de la zona. Son el propio Barranco del Limonero, la Barranquera Abierta y la Piedra Majorera.

En el lomo siguiente, el del Mato, hay bastantes troncos caídos de los pinos quemados con intensidad que no han tenido energía para rebrotar. Dos fuegos intensos en 1.978 y 1.990 han pasado por este entorno. Cuando en la bajada se empieza a vislumbrar el barranco de la Piedra Majorera, un soberbio pino seco de más de un metro y medio de diámetro, aparece por encima del camino. Todavía no ha caído gracias al enteamiento de parte de sus raíces lo cual evita su pudrición. Si entonces miramos hacia las cumbres, el impresionante Espigón de Piedrallana que separa los barrancos de Altaguna y Los Guanches, muestra una perspectiva donde se distinguen cuatro roques (promontorios aislados por efecto de la erosión) de formas curiosas, y distintos materiales. Se recortan contra el cielo y las brumas.

Desde que se introdujeron los arruis en la isla en 1.972, es frecuente ver huellas de estos mamíferos, ya que es un lugar apartado y tranquilo. Si se observan plantas comidas y rozadas, lo más probable es que ellos sean los causantes.

Llegamos al lecho de la Piedra Majorera, donde una cascada permanente humedece el entorno favoreciendo así la presencia de viñátigos, follaos y algún helecho curioso como la Woodwardia radicans.

El camino vuelve a subir por el Lomo de las Goteras. Luego desciende un poco para encontrarnos la Fuente Prieto. Pasado el barranquillo, un poco por debajo del camino, quedan unos troncos secos de un bosquete de viñátigos que creció aquí gracias a la humedad del terreno. Desapareció poco después de la construcción de la galería de Altaguna, que está un poco más abajo.

Las galerías más recientes del interior del Parque fueron construidas para contrarrestar otras que se abrían en el exterior. Han conseguido mantener los caudales previos, pero han secado las pequeñas fuentes de sus alrededores, haciendo que disminuya la diversidad de esta zona. De unas ciento veinte fuentes inventariadas en los años 50, a finales de los 80, tan sólo quedaban unas setenta.

Los cabreros de mayor edad cuentan que, tanto el Barranco de Altaguna como el de Los Guanches, tenían agua permanente por encima del actual camino. Ahora, sin embargo, están secos.

No es raro que por encima de los 1.200 m. haya nieblas. Este sendero entonces se vuelve irreal por el silencio y la pérdida de perspectivas. Las fuertes pendientes, en días claros pueden dar vértigo; pero sin conocer estos parajes, un día así sobrecoge

a cualquiera. La frecuencia de las nieblas se traduce en la presencia de los líquenes anaranjados y amarillentos que cuelgan de los pinos más robustos.

Cuando el sendero se ha recorrido repetidas veces, se aprecian los imprevistos que depara cada estación. La primavera, como decíamos antes, muestra estas paredes llenas de amarillo de gacias y bejeques (Greenovia), y de azules de los tajinastes, que dan vida a estas rocas que de lejos, aparecen como áreas sin vegetación.

En invierno, después de las lluvias desaparecen tramos completos de sendero, y para seguir hay que marcar huella con las botas en lugares donde uno no se debe descuidar. La humedad del otoño hincha las rosetas de los bejeques y musgos, que tapizan de verde las paredes moteadas por el amarillo de los cinco uñas.

En verano, cuando has salido tarde, en la subida del Escuchadero y sobre todo en la del Lomo Cumplido, con calor, sin viento, rodeados de pinos y altos amagantes que desprenden sus perfumes y resinas, mientras el sudor se nos pega, hay momentos en los que uno piensa que esto de hacer excursiones es de masoquistas. Luego, el agua de las fuentes y galerías nos devuelve la alegría de la excursión como un oasis en mitad del desierto.

En el barranco de Altaguna, siguiendo el recorrido, vemos un soberbio pino caído, en el cual ha desaparecido la madera blanca y sólo queda la tea. Más adelante, si se quiere agua, hay que bajar a la galería por donde indica el desvío.

El camino sube suavemente el Lomo Cumplido, para adentrarse en el barranco de los Guanches. A esta altura del sendero, y por encima, aparecen algunos de los pinos de mayor diámetro existentes en el Parque (más de 2 m.). Al barranco de Los Guanches también se puede bajar desde las cumbres (siempre y cuando tengas aptitudes de cabrero), por el paso de las Tres Venas, al este del Pico de la Cruz.

Al llegar al lomo siguiente, si volvemos la vista atrás, el espectáculo es impresionante. Merece que saquemos, si es posible, dos fotografías paralelas, con objeto de poder observar en relieve este profundo surco excavado por el agua y los desprendimientos.

Al otro lado del cauce, por debajo del camino que acabamos de pasar, veremos la cascada artificial de la galería de los Guanches.

A la entrada del lomo se encuentra uno de los restos arqueológicos del interior del Parque, en forma de tenues petroglifos sobre rocas amarillas, especialmente frágiles. La prolongación del lomo hacia abajo se conoce como Lomo de Lajuraga y hacia arriba como el roquito de las Verduras de Alfonso.

El camino baja entre robustos pinos y terrenos muy inestables hacia las Verduras de Alfonso, lugar donde además de unos nacientes naturales, de casi imposible acceso, está una de las galerías de mayor caudal del Parque, con unos máximos que rondan los 50 litros/s. Sorprende siempre la cantidad de agua que mana de un entorno más bien árido. De ahí parte la tubería que lleva el agua, desde el 2005, al Centro de Servicios para producir energía eléctrica con una mini turbina y para el consumo domestico.

La bajada que nos espera obliga a ajustarse el calzado, y es recomendable caminar despacio. En algunos pinos hay escobas de bruja, es decir, esos nidos que fabrica el propio pino, al excitarse algunas yemas durmientes por enfermedades víricas o bacterianas.

En el entorno de las Verduras, resaltan las rocas tan descarnadas próximas a los pequeños pinares colgados en el risco por encima del nivel habitual. Son los pinares de Mantigua. Desde el Pico de La Cruz existe una bajada a través de ellos, cuya mayor dificultad está debajo de los mismos donde, en un tramo de 100 m. de cota, todo lo que se toca se desmorona. A su derecha, la transición de materiales

procedentes de las erupciones primitivas (complejo basal) y de las erupciones posteriores, se manifiesta por las discontinuidades de color.

Continuando hacia la Playa de Taburiente, el camino cruza varios cauces de agua, algunos intermitentes y otros estables, como la fuente del Marrubio, que fue el primer colector de agua para uso de la zona de acampada. Por eso, junto al camino, se verán algunas de las arquetas de rotura de presión.

Más abajo el camino cruza una pequeña veta de roca caliza, con algunos fósiles de plantas muy frágiles. Estas formaciones calizas se producen en lugares donde existen surgencias de aguas cargadas con cal que precipitan, formando pequeñas estructuras alrededor de las plantas. Algunas de las paredes que aguantan el camino están construidas con rocas de este material.

El sendero continúa descendiendo por el pinar hasta que llega al barranco. A partir de ahí deberemos caminar cauce abajo durante algo más de 1 Km., por medio de las piedras del amplio cauce hasta llegar a la zona de acampada. Desde 2007 se está repoblando con sauces toda la ribera y la plataforma de grava por tramos. Es probable que encuentre tuberías por el riego de apoyo que se dará a las plantas durante algún tiempo.

Los depósitos de roca y grava que aparecen en esta zona del barranco, se conocen como Playa de Taburiente. No es frecuente este tipo de sedimentos en el tramo medio alto de los ríos y arroyos. En este caso la explicación puede ser el desplome de parte de Risco Liso, que cubrió el cauce por debajo de la zona de acampada, formando una presa natural. El río tendrá que ir poco a poco excavando este obstáculo, y estos materiales desaparecerán.

Antes de llegar a la acampada aparece por la derecha el valle de los Cantos de Turugumay y por debajo, los roques emblemáticos del Parque (La Fondada, Viña y Huso a la derecha y Salvaje, Brevera Macha y Capadero a la izquierda).

Por efecto de las lluvias, el río arrastra numerosos cantos rodados que cubren el lecho impermeable, dejando suficientes huecos para que el agua se filtre en la confluencia de los barrancos de los Cantos y las Verduras, apareciendo después junto a la sauceda próxima a la zona de acampada, donde la capa de depósitos es mas fina. Es justo en este punto, donde finaliza el recorrido del sendero.

Accesos Directos