Se entiende por acantilados, los paredones que caen más o menos verticales
sobre el mar. Su génesis está supeditada a la presencia de relieves en la
orilla marina y su evolución está determinada por el oleaje. Es un tipo de
costa rocosa muy abundante en el litoral atlántico y gallego, así como en
tramos de la costa mediterránea levantina y en las islas Baleares.
El perfil y evolución de los acantilados va a depender de la disposición que
presentan los materiales frente a la línea de costa y a las características de
los mismos (las arenas compactadas también dan origen a acantilados). Por su
posición respecto a la línea de costa y por cómo se ven afectados por la
dinámica marina litoral, se distinguen, de manera general, dos tipos de
acantilados:
Los acantilados son en sí mismos ambientes poco acogedores para la
vegetación, que sólo puede desarrollarse en pequeñas grietas y rellanos.
Además, la vegetación de acantilado muestra un grado alto de especialización,
al estar sometida a condiciones ambientales rigurosas: exposición al viento,
salinidad, escaso desarrollo edáfico y escasa disponibilidad hídrica.
La vegetación ofrece una distribución zonal. En la zona de impacto del oleaje
tan sólo viven algunos líquenes especializados, por encima se desarrolla una
vegetación halófita que va variando su disposición según su grado de tolerancia
a la salinidad. Su importancia e interés para la conservación radica en la
presencia de numerosos endemismos, muchos de ellos a nivel local.
En cuanto a la fauna, los acantilados son colonizados por numerosas aves
marinas, ya que ofrecen lugares de nidificación y posadero.
Los acantilados, como medio terrestre abrupto que se introduce en el mar, junto
con su papel como mirador u observatorio, son uno de los puntos de mayor
atracción visual y paisajística del litoral.
La urbanización puede repercutir en la conservación de las comunidades
vegetales y de las colonias de aves marinas, además de producir un considerable
impacto paisajístico. La construcción de infraestructuras portuarias incide
sobre la dinámica litoral de acantilado: acelerando su erosión o desactivando
sus procesos de erosivos.