Los sonidos del Parque Nacional de Sierra Nevada

1. El paso del día en un soto, primavera.

Pito real

 

Avanzamos cauce arriba por un soto fluvial, un bosque de ribera en el fondo del barranco de Poqueira, en los límites del Parque Nacional. A lo lejos resuena la flauta modulada de una oropéndola, a la que, poco a poco, nos iremos acercando.

En el avance pasamos junto a un mirlo, encaramado en las ramas altas de un fresno. Muy cerca arrulla una tórtola. La bóveda forestal hace que el zureo de la paloma torcaz suene hueco.

En una alameda alejada de la orilla relinchan varios pitos reales Uno de sus pollos, ya crecidos, reclama alimento en la boca del nido, un agujero taladrado en la madera.

Cerca del suelo, canta un carriza, con voz imperativa. Le sigue un zarcero, oculto en la maraña. El tercero es un ruiseñor bastardo. Y entra en escena el canto diurno del ruiseñor.

Varias ranas comunes croan en la orilla.

Con el paso del día a la noche todos los protagonistas del paisaje sonoro cambian, excepto el ruiseñor. El ambiente fresco y húmedo, que favorece la propagación del sonido, hace que su canto brille de una manera especial.

Las diferentes especies de grillos definen el ambiente de la noche. A ellos se suma el más pequeño de nuestros búhos: el autillo.

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Cortes sonoros

Ficha técnica