El agua subterránea, ocupa a nivel mundial el segundo puesto como reserva de agua dulce del planeta por detrás de los casquetes polares y muy por delante de los lagos y embalses. Supone por tanto, uno de nuestros recursos más valiosos y más asequibles. La importancia de las aguas subterráneas se pone de manifiesto de muchas maneras, ya que, los pozos, manantiales y fuentes suministran agua para el consumo, agricultura, ganadería y actividades industriales, siendo en numerosos países el agua subterránea la principal fuente de agua dulce.
Geológicamente, el agua subterránea tiene diferentes funciones como agente erosivo, disolvente de rocas solubles como las calizas y uno de los más importantes, que es su función como compensador del flujo de escorrentía. Una importante cantidad de agua que fluye por los ríos procede de la infiltración de las precipitaciones que se desplaza lentamente bajo tierra hasta aflorar en las corrientes de ríos y arroyos.
De la precipitación que cae sobre el terreno parte se va por escorrentía superficial, otra es aprovechada por las plantas, otra se evapora y una porción se infiltra hasta ocupar los espacios libres entre los sedimentes y las rocas hasta su saturación, es lo que denominamos aguas subterráneas. El agua recargada produce una elevación del nivel del agua subterránea en el acuífero. Este incremento de la carga induce un mayor empuje a la circulación horizontal del agua subterránea, que se transmite por el interior del acuífero, y acaba produciendo una subida del caudal de salida por manantiales u otras formas de descarga natural. Cuando deja de producirse recarga los niveles descienden como consecuencia del vaciado natural del acuífero, los caudales de manantiales y ríos receptores entran en una recesión que suele prolongarse durante todo el verano. Este nivel al que llegan las aguas es lo que se denomina nivel freático, cuya importancia radica en la información que nos suministra desde el punto de vista de la productividad de los aprovechamientos de las aguas subterráneas y su influencia en las corrientes de ríos y en los ecosistemas.
En España, la mayor parte de la población se beneficia, de forma directa o indirecta, de los diferentes usos del agua subterránea. Es por tanto de vital importancia conocer y preservar el agua subterránea, ya que sostiene nuestros ríos y ecosistemas, apoya nuestra agricultura, quita nuestra sed y hace frente a los efectos generados por el cambio climático y las sequías.
La aprobación de la Directiva Marco del Agua ha supuesto un hito en la gestión de las aguas en Europa, introduciendo nuevos conceptos, modificando los esquemas al uso en nuestras redes de control; en definitiva, modificando de forma sustancial la forma de gestionar el agua.
Esta Directiva, tiene por objeto tal y como en ella se enuncia, el conseguir el buen estado de todas las aguas, continentales, de transición, costeras y subterráneas. Se entiende como buen estado para las aguas subterráneas el buen estado químico y el buen estado cuantitativo.
Los principales problemas que afectan a las aguas subterráneas en este momento están relacionados con el estado de los niveles de los acuíferos y calidad de sus aguas, con las consiguientes repercusiones negativas que de ello se derivan tanto para la salud humana como para los ecosistemas y las aguas superficiales.