Desde muy antiguo el hombre ha sabido aprovechar los abundantes recursos que les ofrecía este medio. La presencia humana en Las Tablas se remonta a las primeras culturas prehistóricas palustres que las habitaron en la Edad del Bronce (1500 a.C.).
Una de las modificaciones humanas más importantes hasta el siglo XX han sido los molinos. La fuerza con la que corría el agua de los ríos podía mover piedras de moler; así, en Las Tablas y sus alrededores se llegaron a contabilizar hasta 14 molinos, alguno de los cuales se remonta a la Edad Media. Los molinos eran núcleos sociales donde se molía el trigo, se vendía la pesca y la caza, se podía comer, dormir e intercambiar productos.
Las virtudes venatorias de este humedal han sido las más conocidas ya que la mayor parte de la historia de Las Tablas de Daimiel ha sido escrita por cazadores. Ya desde antiguo, tenemos constancia documentada de esta actividad, así, en el siglo XIV, el Infante Don Juan Manuel se refiere a ellas en su "Libro de Caza". También se menciona en las Relaciones Topográficas de Felipe II. El General Prim, Alfonso XII, Alfonso XIII y Franco también cazaron patos en estos parajes. Los patos y jabalíes eran las principales presas, aunque allí, para comer se cazaba de todo. La gente del río se regía por reglas no escritas que todos respetaban en relación a la propiedad de las trochas, las zonas de pesca, etc.
A finales del siglo pasado se introdujo el cangrejo autóctono (Austropotamobius pallipes). Pronto hubo más de 300 familias dedicadas a la pesca del cangrejo. Los garlitos de mimbre se introducían por la noche en el agua con un cebo de pescado en su interior. Un pescador podía echar al agua 300 o 400 garlitos por noche. El cangrejo autóctono desapareció por una plaga de hongos y por los efectos negativos del proyecto de canalización y desecación de ríos y humedales que, por entonces, se estaba realizando en el entorno. Paralelamente se introdujo el cangrejo americano (Procambarus clarkii) pero la reducción de la superficie encharcada hizo que esta fuente de riqueza disminuyera hace 20 años.
La pesca con redes también era importante, barbos, carpas y bogas se han pescado y comido desde la Edad Media. Pescador recogiendo el trasmallo. Casa de pescadores. La masiega se segaba y se utilizaba como combustible; serijos y esteras eran elaborados con enea y el carrizo se utilizaba en los techos de las casas.
El equilibrio del hombre con el humedal se rompió hace unas décadas. Las actuaciones para desecar La Mancha húmeda precedieron a la explotación desmesurada de los recursos hídricos almacenados desde hace siglos en el subsuelo.
La sucesiva extracción de un volumen de agua muy superior a la recarga media anual fue provocando un desembalse importante del acuífero que se tradujo en un descenso progresivo del nivel freático, cuya principal consecuencia fue la anulación de las descargas naturales que se producían en los Ojos del Guadiana y en Las Tablas de Daimiel.
Las administraciones han puesto en marcha diversas medidas para restaurar el funcionamiento natural del ecosistema, cuya evolución se analiza rigurosamente. La conservación de Las Tablas de Daimiel no debería ser un conflicto entre intereses económicos y conservacionistas, sino la garantía de la explotación racional y sostenible de un recurso renovable tan vital como el agua.