El cambio climático constituye un problema global y sus impactos se hacen sentir en todos los países aunque con carácter general son los países en desarrollo quienes cuentan con menor capacidad de adaptación y, en consecuencia, quienes sufren en mayor medida sus consecuencias.
Este fenómeno no conoce los límites geográficos, sino que alcanza una dimensión que se proyecta en el ámbito nacional, internacional y global, de ahí que instituciones multilaterales, en especial Naciones Unidas, jueguen un papel central para asegurar que se ponen en marcha las medidas necesarias para hacerle frente. En este contexto, la respuesta multilateral se materializó en el año 1992 con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), en 1997 con el Protocolo de Kioto, y ha ido evolucionando hasta la adopción en 2015 del Acuerdo de París, en donde por primera vez se establece una hoja de ruta hacia un nuevo modelo de desarrollo con la participación de todos los países.
En este proceso internacional el apoyo financiero, técnico y de capacitación a países en desarrollo siempre ha sido un tema clave para facilitar los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático. Así, tanto la CMNUCC, como el Protocolo de Kioto o el Acuerdo de París reflejan la importancia de este asunto, y han establecido instrumentos específicos para canalizar este apoyo (i.e. Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Fondo de Adaptación, Centro y Red de Tecnologías para el Clima, Fondo Verde para el Clima) y promovido el establecimiento de compromisos financieros.
Adicionalmente, en el caso concreto del Acuerdo de París, entre sus objetivos, junto con los de reducción emisiones y mejora de la capacidad de adaptación, se incluye que los flujos financieros tienen que ser coherentes con la transición hacia un modelo bajo en carbono y resiliente al cambio climático.
Por tanto, es importante que los diferentes instrumentos y programas de cooperación internacional con países en desarrollo tengan presente la coherencia de los flujos financieros con este Acuerdo y, además, las prioridades de los países en materia de cambio climático reflejadas en sus Contribuciones Nacionales Determinadas al Acuerdo de París (NDC, en sus siglas en inglés).
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