Por minería se conoce la actividad industrial consistente en la extracción selectiva de rocas y minerales existentes en la corteza terrestre, de forma que sea económicamente rentable. En sentido amplio, el término minería incluye, además de las operaciones subterráneas o a cielo abierto que requieran la aplicación de técnica minera o el uso de explosivos, las necesarias para el tratamiento de las sustancias extraídas, tales como su trituración, clasificación por tamaños, lavado, concentración, etc., con el fin de acondicionar dichas sustancias para su venta.
En España, la diversidad geológica hace que en el territorio existan yacimientos de muy diferentes rocas y minerales, lo que da lugar a una variada e importante producción minera. Esta riqueza minera sitúa a España:
1. Dentro de la Unión Europea:
- Único productor de estroncio y sepiolita Primer productor de espato-flúor y de yeso Segundo productor de mineral de cobre
- Segundo productor de magnesita
- y de sales potásicas
- Sexto productor de bentonita
2. A nivel mundial
- Primer productor mundial de pizarra de techar
- Segundo productor mundial de rocas ornamentales
- Segundo productor de mármol
- Cuarto productor de granitos
En la minería actual, cada vez con mayor frecuencia, de una explotación se obtienen varias sustancias minerales, todas ellas de interés y con notable valor económico. A su vez, la demanda de determinados metales para las nuevas tecnologías y la aplicación de criterios de economía circular da lugar a la explotación de lo que hasta ahora se acumulaba en escombreras. La explotación, con nuevas tecnologías, de escombreras existentes, permite recuperar y poner en el mercado materias primas previamente desechadas pero muy necesarias y, al mismo tiempo, reducir las necesidades de materias primas y los volúmenes de residuos procedentes del pasado minero.
La doble transición ecológica y digital hacia un modelo de generación basado en fuentes de energías renovables y procesos de producción neutros en carbono exigen una adecuada provisión de materias primas fundamentales, cuya satisfacción se ve complicada en el contexto actual de inestabilidad y competitividad estratégica global.
Estas materias son esenciales para sectores estratégicos como las energías renovables, la movilidad eléctrica, la industria, la tecnología digital, la aeroespacial y la defensa.
Las materias primas fundamentales o críticas son materias primas de gran importancia económica para la Unión Europea (UE), cuyo suministro presenta un elevado riesgo de sufrir interrupciones debido a la concentración geográfica de las fuentes, los riesgos geopolíticos asociados, la falta de capacidad de procesamiento y a la falta de sustitutos adecuados y asequibles.
En la UE, la necesidad de identificar y monitorizar el acceso a este tipo de materias primas se remonta a 2008, con la aprobación de la Iniciativa Europea de Materias Primas (Raw Materials Initiative, RMI1). Dentro de la Iniciativa de las Materias Primas, la Comisión Europea publica, desde 2011, la lista de materias primas consideradas como fundamentales para la UE, que se ha ido actualizando y ampliando cada tres años, pasando de 14 en 2011 a 34 en 2023. Por ejemplo, en la última revisión se ha incluido el litio, esencial para la fabricación de baterías, o el cobre, elemento clave para la electrificación de la economía.
En septiembre de 2020, la Comisión Europea aprobó el Plan de Acción de Materias Primas Fundamentales (Critical Raw Materials, CRM)2, construido sobre la base del RMI y en una llamada en el Plan REPowerEU3 a extender el concepto de seguridad de suministro energético para incorporar las materias primas críticas y productos intermedios necesarios para reforzar la autonomía estratégica europea.
Además de las diversas acciones ya lanzadas - 2017 Alianza Europea por las baterías, 2020, Alianza Europea de Materias Primas (ERMA)-, 2023 del “Plan Industrial del Pacto Verde: liderazgo de la industria europea con cero emisiones netas”-, con la adopción por el Consejo en marzo de 2024 del Reglamento de Materias Primas Fundamentales (Critical Raw Material Act, CRMA4), se persigue garantizar un acceso suficiente a las materias primas minerales, especialmente para aquellas que son imprescindibles para la fabricación de tecnologías clave para la descarbonización, la digitalización, la defensa o el espacio, de manera que se consoliden las cadenas de suministro nacionales, aumentando su circularidad, reduciendo la dependencia exterior y mejorando la trazabilidad de los recursos para analizar los riesgos actuales y potenciales que puedan surgir por alteraciones del suministro.
A fin de reducir la dependencia de terceros países para acceder a materias primas fundamentales, el CRMA incluye parámetros de referencia a alcanzar para 2030: un 10 % de las necesidades anuales de la UE se cubrirá con la extracción, un 40 %, con transformación y un 25 %, con reciclado. Como máximo, un 65 % del consumo anual de la UE de cada materia prima estratégica en cualquier fase pertinente de la transformación debería proceder de un tercer país determinado.
En España, la Hoja de Ruta para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales, aprobada en agosto de 20225, es un documento plenamente alineado con las políticas y estrategias europeas, y también con las herramientas nacionales, como la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo 2050, la Estrategia España Circular 2030, el PNIEC, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética o la Estrategia de Seguridad Nacional (febrero 2022) que, ante la previsión del aumento de la demanda de materias primas estratégicas, llama a una reducción de las dependencias estrategias mediante la diversificación de la producción y el suministro, el mantenimiento de reservas y el impulso a la producción e inversión doméstica.
En definitiva, se trata de una estrategia de país que establece las bases para la transformación del sector extractivo, en un contexto de economía circular, y busca garantizar el suministro de las materias primas minerales autóctonas en España de una manera más sostenible, eficiente, y que maximice los beneficios a lo largo de la cadena de valor. Asimismo, esta hoja de ruta demuestra el compromiso de todas las Administraciones con este sector y da respuesta adecuada a todas sus demandas, contemplando en todos los ámbitos las actuaciones necesarias para apoyar el desarrollo de una actividad extractiva sostenible.