Aunque los bosques solo ocupan el 30 % de la superficie terrestre total, estos ecosistemas albergan el 80 % de la biodiversidad del planeta, actúan como sumideros de dióxido de carbono, liberan oxígeno a la atmósfera, y proporcionan la infraestructura orgánica de numerosas y diversas formas. de vida. Además, son la fuente de ingresos y medio de subsistencia de aproximadamente un 25 % de la población y una gran parte de las tierras han sido habitualmente habitadas por pueblos indígenas.
Sin embargo, las amenazas para los bosques del planeta son uno de los mayores problemas de sostenibilidad de nuestra época. La deforestación y la degradación forestal, especialmente alarmantes en las zonas tropicales, son de las principales causas de la merma de biodiversidad. Además, las emisiones derivadas del cambio de uso de tierra son la segunda causa del cambio climático, tras la quema de combustibles fósiles, y representan casi el 12 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Igualmente, la deforestación también puede tener graves repercusiones en los medios de subsistencia de las personas más vulnerables, en particular los pueblos indígenas, que dependen enormemente de los ecosistemas forestales.
Según el informe de El Estado de los Bosques del Mundo (2022) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la expansión agrícola sigue siendo la principal causa de deforestación y fragmentación del bosque y de la consecuente pérdida de biodiversidad. La FAO concluyó que, entre 2000 y 2018, casi el 90 % de la deforestación guardaba relación con la agricultura: el 52,3 % se derivaba de la ampliación de las tierras de cultivo y el 37,5 % restante de la ampliación de las tierras de pastoreo para el ganado.
Dado que la deforestación y la degradación forestal se ven impulsadas, entre otros factores, por la demanda en aumento de materias primas necesarias para la elaboración de alimentos, piensos, bioenergía y otros productos básicos, se definió el concepto de productos con «deforestación importada o incorporada» que vincula el consumo de dichos productos con la deforestación que causan al producirse. Este concepto se refiere a la deforestación incorporada, como externalidad, en un producto o servicio producido, comercializado o consumido.
Aunque la mayoría de las materias primas asociadas a la deforestación y la degradación forestal se consumen a nivel local o regional, en la UE el consumo de productos con deforestación importada representa alrededor del 10 % del porcentaje global, según el informe El impacto del consumo de la UE en la deforestación, elaborado en el año 2013 por diversas organizaciones (VITO, IIASA, VIHA y UICN NL) y financiado por la Comisión Europea.
En este contexto y en base a los compromisos asumidos en materia ambiental, la Unión Europea ha aprobado diversas normas aplicables a la comercialización de las materias primas producidas tanto dentro como fuera del territorio comunitario. Estas normas regulaban inicialmente solo el comercio de la madera, a través de los Reglamentos EUTR y FLEGT, pero desde el año 2023 también regulan la comercialización de otras materias primas, como el café, el cacao, la soja, el caucho, el aceite de palma y la carne de vacuno, a través del Reglamento EUDR.