El papel de las actividades de LULUCF (siglas en inglés de "uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y selvicultura") en relación con el cambio climático está reconocido desde hace tiempo.
Las actividades humanas afectan a los cambios en las reservas de carbono de los ecosistemas y a las relaciones en el ciclo de carbono que tienen lugar entre los ecosistemas y la atmósfera. La mitigación mediante actividades en el sector LULUCF puede lograrse aumentando la eliminación de gases de efecto invernadero (GEI) de la atmósfera (fomentando la captura de carbono por parte de los ecosistemas) o disminuyendo las emisiones deteniendo la pérdida de reservas de carbono. En su Informe Especial sobre el Cambio Climático y la Tierra, el IPCC identifica numerosas opciones de mitigación del cambio climático relacionadas con los usos del suelo que, además, tienen co-beneficios para la adaptación al cambio climático. El informe también reconoce que algunas actividades pueden tener efectos secundarios adversos en otros servicios de los ecosistemas, como el aumento de la competencia por la tierra y el agua, si no se aplican teniendo en cuenta las condiciones locales, incluido el uso actual de la tierra.
Estas actividades LULUCF tienen diferente consideración dependiendo de si se llevan a cabo en países desarrollados o en desarrollo, o si se enmarcan en el ámbito de la Convención, del Acuerdo de París o del Protocolo de Kioto.
Desde 2012, en el ámbito de la Convención, se establece un espacio de discusión para tratar “Cuestiones relacionadas con la agricultura”.
Se trata de un punto de la agenda de negociación en el que se discuten cuestiones relacionadas principalmente con conocimiento científico, lecciones aprendidas, intercambios de experiencias, etc., donde se intenta avanzar en las cuestiones técnicas del vínculo entre el cambio climático y la agricultura.
Como resultado de estas discusiones, en 2017 se adoptó el "Trabajo Conjunto de Koronivia sobre Agricultura", que consistía en una serie de talleres e informes de talleres sobre diferentes aspectos de este sector.
El vínculo de la agricultura y el cambio climático se contempla en varias vertientes, en primer lugar, la agricultura y la ganadería son actividades que generan emisiones, por lo que debe ejecutarse en este sector medidas de mitigación. Por otro lado, es un sector muy expuesto a los impactos derivados del cambio climático, como aumento de temperaturas, variaciones en los patrones de precipitación, subida del nivel del mar, etc. Por último, tanto las medidas como los impactos están estrechamente relacionados con cómo garantizar la seguridad alimentaria, en un contexto global de clima cambiante y población creciente.
La reducción de las emisiones de la deforestación y la degradación de los bosques; y el papel de la conservación, la gestión sostenible de los bosques y el aumento de las reservas forestales de carbono en los países en desarrollo (REDD+) es un marco establecido en la Convención de Cambio Climático para facilitar la cooperación intergubernamental en materia de bosques y cambio climático. Los bosques son de vital importancia para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, por lo que el marco REDD+, además de en el ámbito de la CMNUCC, también está reconocido explícitamente en el artículo 5 del Acuerdo de París.
Así, en 2015, se completó el Marco de REDD+ de Varsovia (Warsaw Framework for REDD+), que establece una serie de reglas a seguir por los países en desarrollo para poder acceder a fondos, tanto de capacitación como para implementación de medidas de REDD+, en las fases tempranas, como para recibir pagos por resultados demostrados en materia de mitigación en bosques. Las actividades que reconoce son cinco:
Es un enfoque a nivel nacional, con posibilidad de aplicarlo a escala subnacional como paso intermedio para llegar a la escala nacional, y que reconoce los beneficios no vinculados al carbono asociados con estas actividades.
El IPCC identifica REDD+ como la actividad con mayor potencial para reducir las emisiones de AFOLU (0,4-5,8 GtCO2-eq al año). La reducción de la deforestación y la degradación de los bosques, así como el mantenimiento y la mejora del carbono almacenado en los bosques, pueden contribuir positivamente a los objetivos de reducción de las emisiones de GEI en los países y a nivel mundial. Otros beneficios adicionales son la mejora de la biodiversidad, el mantenimiento de recursos hídricos limpios, etc.