La necesidad por parte de los responsables políticos, y de la sociedad en general, de disponer de un asesoramiento científico y técnico sobre el cambio climático y sus posibles impactos, para poner en marcha iniciativas y esfuerzos que los palien, así como para conseguir la estabilización de las concentraciones atmosféricas de los gases de efecto invernadero a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático, se asienta en dos pilares:
En particular de las variables climáticas esenciales (ECV) definidas actualmente por el Sistema Mundial de Observación del Clima (SMOC/GCOS), permite la obtención de los datos necesarios tanto para la vigilancia y el estudio del sistema climático, como para alimentar los modelos numéricos dinámicos y estadísticos que generan las proyecciones, a futuro, de cambio climático.
Sobre los diferentes componentes del sistema climático, con sus múltiples y complejas interacciones, relacionados con el cambio climático, incluyendo los avances en las técnicas de modelización de escenarios, tanto a nivel global como regionalizados.
Este conocimiento con base científica es fundamental para la toma de decisiones encaminadas a minimizar los impactos negativos en los distintos sectores que se pueden ver afectados, y evitar en lo posible las pérdidas por eventos extremos y las incidencias de enfermedades, por poner algunos ejemplos.
Es de reseñar que, la necesidad de contar con información científica internacionalmente reconocida y aceptada, dió lugar al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Dicho grupo, si bien no realiza ninguna investigación, sí revisa y evalúa la información científica publicada, produciendo unos “Informes de evaluación del IPCC”, que los gobiernos reconocen la autoridad de su contenido científico, de enorme importancia para las negociaciones internacionales en materia del cambio climático.