Los contaminantes del aire tienen un impacto significativo tanto en la salud humana como en el equilibrio de los ecosistemas.
La calidad del aire, deteriorada por sustancias como ozono, dióxido de azufre, partículas finas y otros contaminantes, afecta directamente la salud de las personas, provocando enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y también puede alterar la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas naturales.
A medida que estos contaminantes se dispersan por la atmósfera, sus efectos se propagan no solo a través de las vías respiratorias de los seres humanos, sino también en la vegetación, el agua y la fauna, creando un ciclo de daño que pone en peligro tanto la vida humana como el equilibrio ecológico. A continuación, se detallan los principales contaminantes atmosféricos y su influencia en la salud y los ecosistemas.
Ozono (O₃)
Este gas tiene un efecto positivo en la estratosfera (a unos 10-50 km de la superficie terrestre), ya que protege de la radiación ultravioleta. Sin embargo, en la troposfera (la capa de la atmósfera más cercana a la superficie terrestre), se convierte en un contaminante que actúa como un potente agente oxidante.
La exposición a niveles elevados de ozono origina problemas respiratorios, como irritación, inflamación, insuficiencias respiratorias y asma, y puede contribuir al aumento de la mortalidad prematura.
Además, daña la vegetación, afecta el crecimiento de cultivos y bosques, reduce la absorción de CO₂ por las plantas y altera la estructura de los ecosistemas, lo que puede reducir la biodiversidad. El ozono también es un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global. Por estas razones, los niveles de ozono en el aire ambiente están regulados por la normativa ambiental.
Óxidos de nitrógeno (NO y NO₂)
El NO₂ es la forma más problemática de los óxidos de nitrógeno (NO y NO₂), ya que tiene efectos adversos tanto sobre la salud humana como sobre el medio ambiente. El NO se oxida fácilmente, convirtiéndose rápidamente en NO₂.
Los NOx pueden afectar la salud humana provocando inflamación de las vías aéreas, afecciones en órganos como el hígado o el bazo, e incluso problemas en el sistema circulatorio e inmunológico, lo que aumenta la susceptibilidad a infecciones pulmonares e insuficiencias respiratorias.
Además, estos contaminantes contribuyen a la acidificación y eutrofización de los ecosistemas, lo que afecta a la vegetación y altera el equilibrio de los hábitats. Los NOx también son precursores de la formación de ozono y partículas inorgánicas, lo que amplifica los efectos nocivos sobre la salud y el medio ambiente. Su impacto también incluye alteraciones en el clima debido a la generación de gases de efecto invernadero.
Dióxido de azufre (SO₂)
La regulación del SO₂ es importante debido a sus efectos nocivos sobre la salud y los ecosistemas. Este gas puede causar irritación e inflamación del sistema respiratorio, insuficiencias pulmonares, y otros problemas como dolor de cabeza o ansiedad.
También afecta a la biodiversidad, los suelos y los ecosistemas acuáticos y forestales, provocando daños en la vegetación, reducción de la fotosíntesis y pérdida de especies. El SO₂ se convierte en ácido sulfúrico en la atmósfera, lo que contribuye a la acidificación de los suelos y cuerpos de agua.
Además, es un precursor de la formación de sulfato amónico, que tienen un grave impacto en la salud humana, especialmente en las vías respiratorias.
Partículas
Las partículas suspendidas en el aire (PM) son uno de los contaminantes más peligrosos para la salud humana, especialmente las PM10 (de 10 micras o menos) y PM2,5 (de 2,5 micras o menos). Las partículas de este tamaño pueden ser inhaladas y penetrar en el sistema respiratorio, llegando incluso a los alveolos pulmonares. Estas partículas finas pueden transportar sustancias nocivas que agravan afecciones respiratorias y cardiovasculares, y en algunos casos, pueden llevar a una muerte prematura. Las partículas ultrafinas (UFP) (menos de 0,1 micras) tienen la capacidad de entrar en el flujo sanguíneo y afectar diversos órganos, incluyendo el sistema nervioso central y el reproductivo.
Además, las partículas pueden afectar a los ecosistemas, alterando el crecimiento de las plantas y dañando la fauna, además de afectar al clima y la visibilidad.
Monóxido de carbono (CO)
Este gas incoloro e inodoro puede entrar al organismo a través de los pulmones y disminuir la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. Como resultado, puede provocar disfunciones en órganos y tejidos, además de dañar el sistema nervioso y cardiovascular, causando fatiga, mareos y dolores de cabeza.
Tanto en humanos como en fauna, el CO tiene efectos devastadores sobre la salud. Además, contribuye a la formación de gases de efecto invernadero. Tiene una vida media en la atmósfera de aproximadamente tres meses, durante los cuales se oxida lentamente para formar CO₂, liberando además ozono.
Benceno (C₆H₆)
El benceno es un compuesto altamente tóxico que, tras exposiciones prolongadas, puede causar graves problemas de salud, incluyendo leucemia y malformaciones congénitas. Además, afecta al sistema nervioso central y puede dañar la producción de células sanguíneas y el sistema inmunológico.
En el medio ambiente, es extremadamente tóxico para los organismos acuáticos, especialmente los invertebrados, y puede causar mutaciones genéticas y cambios de comportamiento. También es un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global y a la formación de ozono.
Benzo(a)pireno (B(a)P)
El benzo(a)pireno es un hidrocarburo aromático policíclico (HAP) conocido por su alta toxicidad.
Es carcinogénico, especialmente para el pulmón, y provoca irritaciones en las vías respiratorias y los ojos.
En el medio ambiente, es tóxico para los organismos acuáticos, acumulándose principalmente en los invertebrados, y también tiene efectos dañinos sobre los ecosistemas terrestres.
Este contaminante es considerado un buen indicador de la presencia de otros compuestos peligrosos en el aire.
Metales pesados
Los metales pesados, como el plomo (Pb), arsénico (As), cadmio (Cd) y níquel (Ni), son contaminantes comunes en partículas suspendidas y tienen efectos devastadores en la salud humana y el medio ambiente. Estos metales tienen una alta persistencia en el medio ambiente, acumulándose en suelos, aguas y en las cadenas alimenticias.
El plomo afecta al sistema nervioso, el arsénico es carcinogénico y puede dañar diversos órganos, mientras que el cadmio es tóxico para los sistemas respiratorio, renal y reproductivo. El níquel también tiene propiedades carcinogénicas y puede alterar el sistema inmune y la fertilidad.
Estos metales afectan gravemente tanto a la salud humana como a la fauna y flora, especialmente en ecosistemas acuáticos.