Pamplona, 10-12 de diciembre de 1998
PRESENTACIÓN
(Francisco Heras Hernández. Área de Información. Centro Nacional de Educación Ambiental)
La crisis ambiental nos plantea un difícil
reto: el de evolucionar desde formas de vida que se vienen apuntando como
insostenibles, poniendo en pie nuevas alternativas que hagan compatible la
calidad de vida y la conservación ambiental. Responder a este reto en una
sociedad democrática significa que los ciudadanos deben ser capaces de
reconocer nuevas salidas y tomar nuevas opciones...
Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos no decidimos de manera individual de dónde obtendremos el agua que bebemos o cómo se genera la energía que utilizamos. Tampoco optamos personalmente por una determinada manera de tratar nuestros residuos o de organizar el urbanismo de nuestra localidad. En las modernas sociedades industrializadas contamos con una serie de sistemas de gestión comunes que actúan como intermediarios en nuestras relaciones con la naturaleza. En estas circunstancias, las nuevas opciones necesarias para cambiar ese marco de relaciones hombre - naturaleza deberían responder en gran medida a decisiones de carácter colectivo.
Puesto que participar es tomar decisiones en la comunidad, uno de los grandes retos de la educación ambiental, si no el principal, es favorecer la participación, solidaria y ambientalmente responsable.
Reinventar la participación
La participación no es un invento reciente. Desde antiguo la gente ha "tomado parte" en lo común. En las sociedades rurales de todo el mundo quedan aún legados vivos de distintas formas tradicionales de intervención comunitaria, muchas de las cuales tenían relación directa con el cuidado del medio ambiente.
A lo largo del último siglo, con el desarrollo de la planificación y los servicios públicos, estas formas tradicionales de intervención han ido desapareciendo. Nos encontramos con el reto de encontrar nuevas vías para participar y mejorar las que ya se han ido abriendo.
Capacitar para la participación
Participar en un mundo que cada vez es más complejo e interdependiente requiere una capacitación nada despreciable. Para participar de forma responsable necesitamos conocimientos sobre el medio y sus problemas, pero también unas ciertas habilidades para emplear las diferentes vías de participación existentes. Además es necesario contar con un sentido de la responsabilidad que predisponga a las personas a intervenir. Está claro que estamos hablando de un conjunto de capacidades que no pueden adquirirse a través de clases magistrales...
Aprender a participar participando
La participación, en su sentido más profundo y completo, puede ser concebida como un proceso en el que un grupo indaga y analiza una situación concreta, busca alternativas y posibles aportaciones positivas para contribuir a la resolución del problema; prepara un plan de acción y valora sus posibles efectos; pasa a la acción, poniendo en práctica lo acordado y valora los resultados obtenidos.
Un proceso de participación de estas características puede tener un elevado valor educador para aquellos que intervienen en él, ya que la adquisición de información, el dominio de técnicas de trabajo y la adopción de responsabilidades sobre el medio ambiente se plantean en un contexto realista (la resolución de un problema es el hilo conductor que da sentido a la experiencia) y coherente con los principios de la educación ambiental. En definitiva, se puede aprender a participar participando. Participar en la resolución de problemas reales no sólo permite adquirir conocimientos o habilidades; si la experiencia resulta positiva, también se obtiene autoconfianza, conciencia del propio poder para transformar la realidad, sentido de pertenencia en relación con el entorno. Estos rasgos son también importantes ingredientes de la responsabilidad personal hacia el medio ambiente.
Participación educadora
Debemos aclarar que no siempre un proceso de participación tiene un valor educativo elevado para los participantes. Para que esto ocurra, los objetivos educativos deben trasladarse a la metodología con la que se aborda el proceso de participación. Precisamente por ello la cuestión central sobre el que se propone reflexionar en este grupo de trabajo es ésta: ¿Cuáles son las estrategias para hacer de la participación una vía efectiva de educación ambiental?
La reflexión sobre la forma de poner en pie esta participación educadora hace surgir nuevos interrogantes sobre los que es preciso reflexionar: ¿Cuál sería el papel del educador en un procedimiento de este tipo? ¿Cuáles son la habilidades que deben ser desarrolladas de forma prioritaria para mejorar la capacitación para la participación? ¿Qué relaciones deben establecerse con el tejido social local? ...
Para tratar de identificar estrategias útiles y escollos que deben superarse, se presentan dos experiencias de participación ambiental con una dimensión educadora que han resultado exitosas. Uno de los casos de estudio se desarrolla en un medio urbano y otro en un medio rural.
Parque Oliver. Un programa de Educación Ambiental basado en la participación e implicación de todo los sectores de población de un barrio
Recuperar los espacios perdidos, o cómo evitar que el mundo rural se olvide
CONCLUSIONES DEL GRUPO DE TRABAJO
El grupo de trabajo desarrolló un fructífero e intenso debate, primero en pequeños grupos y después en un grupo único. A continuación se exponen las ideas más relevantes expuestas en estos debates:
Definición
Cauces
La participación, oportunidad educadora
El papel de la educación ambiental y de los educadores
Aspectos metodológicos
Destinatarios
Aspectos prácticos